Lección 213 y Texto UCDM
LECCIÓN 213
No soy un
cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (193) Todas las cosas son lecciones
que Dios quiere que yo aprenda.
2Una lección es un milagro que
Dios me ofrece, en lugar de los pensamientos que concebí que me hacen daño. 3Lo que aprendo de Él se convierte en el modo en que me libero. 4Por eso elijo aprender Sus lecciones y olvidarme de las mías.
5No soy un cuerpo. 6Soy
libre.
7Pues aún soy tal como Dios me
creó.
Texto
VI.
Los votos secretos
1. El que castiga el cuerpo está
loco, 2pues ahí es donde ve la diminuta brecha, que, sin embargo, no
está ahí. 3El cuerpo no se ha juzgado a sí mismo, ni se ha
convertido en lo que no es. 4No procura hacer del dolor un gozo, ni
espera encontrar placer duradero en lo que no es más que polvo. 5No
te dice cuál es su propósito, ni tampoco puede él mismo entender para qué es. 6No
hace de nadie una víctima porque no tiene una voluntad propia, ni tampoco
preferencias o dudas. 7No se pregunta lo que es. 8Por lo
tanto, no tiene necesidad de competir. 9Se puede hacer de él una
víctima, pero no puede considerarse a sí mismo como tal. 10No acepta
ningún papel, sino que hace lo que se le dice sin atacar.
2. Atribuir la responsabilidad de
lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te
disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda. 2El cuerpo no sufre el castigo que le impones porque no tiene sensaciones. 3Se
comporta tal como tú deseas que lo haga, pero nunca toma decisiones. 4No
nace ni muere. 5Lo único que puede hacer es vagar sin rumbo por el
camino que se le haya indicado. 6Y si cambias de rumbo, camina con igual facilidad por esa otra dirección. 7No
se pone de parte de nada, ni juzga el camino que recorre. 8No percibe
brecha alguna porque no odia. 9Puede ponerse al servicio del odio,
pero no puede por ello convertirse en algo odioso.
3. Lo que
odias y temes, deseas y detestas, el cuerpo no lo conoce. 2Lo envías
a buscar separación y a que sea algo separado. 3Luego lo odias, no
por lo que es, sino por el uso que has hecho de él. 4Te desvinculas
de lo que ve y oye, y odias su debilidad y pequeñez. 5Detestas sus
actos, pero no los tuyos. 6Mas el cuerpo ve y actúa por ti. 7Él
oye tu voz. 8Y es frágil e insignificante porque así lo deseas. 9Parece
castigarte, y así, merece que le odies por las limitaciones que te impone. 10No
obstante, eres tú quien lo ha convertido en el símbolo de las limitaciones que
quieres que tu mente tenga, vea y conserve.
4. El cuerpo representa la brecha que se percibe entre
la pequeña porción de mente que consideras tu mente, y el resto de lo que
realmente es tuyo. 2Lo odias, sin embargo, crees que es tu ser, el
cual perderías sin él. 3Éste es el voto secreto que has hecho con
cada hermano que prefiere caminar solo y separado. 4Éste es el juramento
secreto que renuevas cada vez que percibes que has sido atacado. 5Nadie
puede sufrir a menos que considere que ha sido atacado y que ha perdido
como resultado de ello. 6El compromiso a estar enfermo se encuentra
en tu conciencia, aunque sin expresarse ni oírse. 7Sin embargo, es
una promesa que le haces a otro de que él te herirá y de que a cambio tú lo
atacarás.
5. La enfermedad no es sino la ira que se ha descargado
contra el cuerpo para que sufra. 2Es la consecuencia natural de lo
que se hizo en secreto, en conformidad con el deseo secreto de otro de estar
separado de ti, tal como el tuyo es estar separado de él. 3A menos
que ambos estéis de acuerdo en que ése es vuestro deseo, éste no podría tener
efectos. 4Todo aquel que dice: "Entre tu mente y la mía no hay
separación" es fiel a la promesa que le hizo a Dios y no al miserable voto
de serle eternamente fiel a la muerte. 5Y al él sanar, su hermano sana también.
6. Que éste sea el acuerdo que tengas con cada uno de
tus hermanos: que estarás unido a él y no separado. 2Y él será fiel
a la promesa que le hagas porque es la misma que él le hizo a Dios y que Dios
le hizo a él. 3Dios cumple Sus promesas; Su Hijo cumple las suyas. 4Esto
fue lo que Su Padre le dijo al crearlo: "Te amaré eternamente, como tú a
Mí. 5Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de
Mí". 6Su Hijo no recuerda que le contestó: "Sí,
Padre", si bien nació como resultado de esa promesa. 7Con todo,
Dios se la recuerda cada vez que él se niega a mantener la promesa de estar
enfermo, y permite, en cambio, que su mente sea sanada y unificada. 8Sus
votos secretos son impotentes ante la Voluntad de Dios, Cuyas promesas él comparte. 9Y
lo que ha usado como sustituto de éstas no es su voluntad, pues él se
comprometió a sí mismo a Dios.
Video de Mich Gaymard