Lección 211 y Texto UCDM
LECCIÓN 211
No soy un
cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (191) Soy el santo Hijo de Dios
Mismo.
2En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de
contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.
3No soy un cuerpo. 4Soy
libre.
5Pues aún soy tal como Dios me
creó.
IV.
La unión mayor
Texto
IV.
La unión mayor
1. Aceptar la Expiación para ti mismo significa no prestar
apoyo a los sueños de enfermedad y muerte de nadie. 2Significa que
no compartes con ningún individuo su deseo de estar separado ni dejas que
vuelque sus ilusiones contra sí mismo. 3Tampoco deseas que éstas se
vuelquen contra ti. 4De este modo, no tienen ningún efecto. 5Y te liberas de los sueños de dolor porque permites que él se libere de ellos. 6A
menos que lo ayudes, sufrirás con él, ya que ése es tu deseo. 7Y te
convertirás en un protagonista en su sueño de dolor, tal como él lo es en el
tuyo. 8De este modo, los dos os convertís en ilusiones sin ninguna
identidad. 9Tú puedes ser cualquier persona o cualquier cosa, según
de quién sea el sueño de maldad que compartas. 10Pero de una cosa
puedes estar seguro: que eres perverso, pues compartes sueños de miedo.
2. Hay un modo de encontrar certeza aquí y ahora. 2Niégate
a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces
perderás tu identidad en ellos. 3La manera de encontrarte a ti mismo
es negándote a aceptar tales sueños como tu causa, o como que tienen efectos en
ti. 4Tú no tienes nada que ver con ellos, pero sí con aquel que los
sueña. 5De esta manera, separas al soñador del sueño, al unirte a
uno y abandonar el otro. 6El sueño no es más que una ilusión de la
mente. 7Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. 8Es
del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente. 9Sin embargo, los
ves como si fuesen lo mismo porque crees que tú no eres más que un sueño. 10Y
no sabes lo que es real acerca de ti o lo que es ilusorio, ni puedes distinguir
entre lo uno y lo otro.
3. Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño.
2No compartas con él su ilusión acerca de sí mismo,
pues tu identidad depende de su realidad. 3Piensa en él más bien
como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que
tienes una relación fraternal. 4Lo que él sueña no es lo que lo
convierte en tu hermano, ni tampoco su cuerpo, el "héroe" del sueño,
es tu hermano. 5Su realidad es lo que es tu hermano, de la misma
manera en que tu realidad es lo que es hermano suyo. 6Tu mente y la
suya están unidas en hermandad. 7Su cuerpo y sus sueños tan sólo
aparentan abrir una diminuta brecha en la que tus sueños se han unido a los
suyos.
4. Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna
brecha. 2Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus
sueños lo separan de ti. 3Libéralo, por lo tanto, proclamando
sencillamente tu hermandad con él y no con sueños de miedo. 4Ayúdale
a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe, pues si
lo haces, no podrás sino tener fe en las tuyas. 5Y al tener fe en las tuyas, él no podrá liberarse y tú
quedarás atrapado en sus sueños. 6Y sueños de terror vendrán a
rondar la diminuta brecha, la cual está poblada únicamente por las ilusiones
que habéis apoyado en la mente del otro.
5. Ten absoluta certeza de que si tú haces lo que te corresponde hacer,
él hará lo que le corresponda hacer a él, pues se unirá a ti allí donde tú
estés. 2No lo invites a unirse a ti en la brecha que hay entre
vosotros, pues si lo haces, creerás que ésa es tu realidad así como la suya. 3Tú
no puedes llevar a cabo su papel por él, mas esto es precisamente lo que haces cuando te vuelves una figura pasiva en sus sueños,
en vez del soñador de los tuyos. 4Tener una identidad carece de
significado en los sueños porque el soñador y el sueño son lo mismo. 5El
que comparte un sueño no puede sino ser el sueño que comparte porque el acto de
compartir es lo que produce la causa.
6. Como consecuencia de compartir confusión estás
confundido, pues en la brecha no existe un yo estable. 2Lo que es lo
mismo parece diferente porque lo que es lo mismo aparenta ser algo distinto. 3Los
sueños de tu hermano son los tuyos porque tú permites que lo sean. 4Mas
si lo librases de tus sueños, él se liberaría de ellos, así como de los suyos. 5Tus sueños dan testimonio de los
suyos y, los suyos, de la verdad de los tuyos. 6No obstante, si
vieses que no hay verdad en los tuyos, sus sueños desaparecerían y él
comprendería qué fue lo que dio origen al sueño.
7. El Espíritu Santo mora en vuestras dos mentes, y Él
es Uno porque no hay brecha que pueda dividir Su Unicidad*.
2La brecha que separa vuestros cuerpos es irrelevante, pues lo que
está unido en Él es siempre uno. 3Nadie puede estar enfermo si
alguien acepta su unión con él. 4Su deseo de ser una mente enferma y
separada no puede seguir vigente sin un testigo o una causa. 5Y tanto el testigo como la causa desaparecen si
alguien decide unirse a él. 6En su sueño él estaba separado de su
hermano, quien, al no compartir su sueño con él, ha eliminado el espacio que
había entre ellos. 7Y el Padre viene a unirse con Su Hijo, a quien
el Espíritu Santo se unió.
8. La función del Espíritu Santo es tomar la imagen fragmentada del Hijo
de Dios y poner cada fragmento nuevamente en su lugar. 2Él muestra esta santa imagen, completamente sanada, a
cada fragmento separado que piensa que en sí es una imagen completa. 3A
cada uno de ellos Él le ofrece su Identidad, que la imagen en su totalidad
representa, en vez de la fragmentada y diminuta porción que él insistía que era
él mismo. 4Mas cuando él vea esta imagen, se reconocerá a sí mismo. 5Si
tú no compartes con tu hermano su sueño de maldad, ésa es la imagen con la que
el milagro llenará la diminuta brecha, la cual quedará así libre de todas las
semillas de enfermedad y de pecado. 6Y ahí el Padre recibirá a Su
Hijo porque Su Hijo ha sido misericordioso consigo mismo.
9. Te doy las gracias, Padre, sabiendo que Tú vendrás a
salvar cada diminuta brecha que hay entre los fragmentos separados de Tu santo
Hijo. 2Tu santidad, absoluta y perfecta, mora en cada uno de ellos. 3Y
están unidos porque lo que mora en uno solo de ellos, mora en todos ellos. 4¡Cuán
sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte
de la imagen total del Hijo de Dios. 5Las formas que los diferentes
fragmentos parecen adoptar no significan nada, 6pues el todo reside
en cada uno de ellos. 7Y cada aspecto del Hijo de Dios es exactamente
igual a todos los demás.
10. No te unas a los sueños de tu hermano, sino a él, y
ahí donde te unes a Su Hijo, ahí está el Padre. 2¿Quién iría en
busca de sustitutos si se diese cuenta de que no ha perdido nada? 3¿Quién
querría disfrutar de los "beneficios" de la enfermedad cuando ha
recibido la simple bendición de la salud? 4Lo que Dios ha dado no
puede suponer pérdida alguna, y lo que no procede de Él no tiene efectos. 5¿Qué
podrías percibir, entonces, en la brecha? 6Las semillas de la
enfermedad proceden de la creencia de que es posible encontrar felicidad en la
separación y de que renunciar a ella sería un sacrificio. 7Mas los
milagros son el resultado de no seguir tratando de ver en la brecha lo que no
se encuentra en ella. 8Lo único que requiere el Sanador del Hijo de
Dios es que estés dispuesto a abandonar todas las ilusiones. 9Él
sembrará los milagros de curación allí donde antes se encontraban las semillas
de la enfermedad. 10Y no habrá pérdidas de ninguna
clase, sino sólo ganancias.
* Ibíd. pág. 36
Video de Mich Gaymard
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