Lección 253 y Manual del Maestro UCDM

LECCIÓN 253

Mi Ser es amo y señor del universo.

1. Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido. 2Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino. 3Lo que sucede es lo que deseo. 4Lo que no ocurre es lo que no deseo que suceda. 5Tengo que aceptar esto. 6Pues de esta manera se me conduce más allá de este mundo a mis creaciones -las criaturas de mi volun­tad- , las cuales moran en el Cielo junto con mi santo Ser y con Aquel que me creó.


2. Tú eres el Ser a Quien Tú creaste como el Hijo, el cual crea como Tú y es uno Contigo. 2Mi Ser, que es señor y amo del universo, no es sino la perfecta unión de Tu Voluntad con la mía, la cual no puede sino asentir gustosamente a la Tuya, de modo que pueda extenderse hasta Sí Misma.

Manual del Maestro

20. ¿QUÉ ES LA PAZ DE DIOS?

1. Se ha dicho que hay una paz que no es de este mundo. 2¿Cómo se puede reconocer? 3¿Cómo se puede encontrar? 4Y una vez que se encuentra, ¿cómo se puede conservar? 5Consideremos cada una de estas preguntas por separado, ya que cada una refleja un paso diferente en el camino.

2. Examinemos la primera: ¿cómo se puede reconocer la paz de Dios? 2La paz de Dios se reconoce al principio sólo por una cosa: desde cualquier punto de vista es una experiencia radicalmente distinta de cualquier experiencia previa. 3No trae a la mente nada que haya sucedido antes. 4No evoca nada que se pueda asociar con el pasado. 5Es algo completamente nuevo. 6Existe cierta­mente un contraste entre esta experiencia y cualquier experiencia del pasado. 7Pero curiosamente, no es éste un contraste que esté basado en diferencias reales. 8El pasado sencillamente se desva­nece, y la quietud eterna pasa a ocupar su lugar. 9Eso es todo. 10El contraste que se había percibido al principio sencillamente desa­parece. 11La quietud se ha extendido para cubrirlo todo.

3. ¿Cómo se encuentra esta quietud? 2Nadie que busque única­mente sus condiciones puede dejar de encontrarla. 3La paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. 4Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia considere que la irá está justificada, proclama que la paz es una insensatez, y no podrá por menos que creer que no existe. 5En esas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. 6El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. 7Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz. 8Pues, ¿qué otra cosa sino el ataque conduce a la guerra? 9¿Y qué otra cosa sino la paz es lo opuesto a la guerra? 10Aquí el contraste inicial resalta de una manera clara y evidente. 11Cuando se halla la paz, no obstante, la guerra deja de tener sentido. 12Y ahora es el conflicto el que se percibe como inexistente e irreal.

4. ¿Cómo se conserva la paz de Dios una vez que se ha encon­trado? 2Si la ira retorna, en la forma que sea, el pesado telón volverá a caer una vez más y la creencia de que no es posible que haya paz inevitablemente regresará. 3La guerra se volverá a acep­tar una vez más como la única realidad. 4Y ahora tendrás que deponer tu espada nuevamente, aunque no te hayas dado cuenta de que la habías vuelto a blandir. 5Pero al recordar, aunque sólo sea vagamente, cuán feliz eras sin ella, te darás cuenta de que debiste haberla vuelto a blandir para defenderte. 6Detente enton­ces por un momento y piensa en lo siguiente: ¿prefieres el con­flicto o sería la paz de Dios una opción mejor? 7¿Cuál te aporta más? 8Una mente tranquila no es un regalo baladí. 9¿No es prefe­rible vivir a elegir la muerte?

5. Vivir es júbilo, pero la muerte no es sino llanto. 2Ves en la muerte tu escapatoria de lo que has hecho. 2Pero lo que no ves es que tú mismo inventaste la muerte, la cual no es más que la ilu­sión de un final. 4La muerte no puede ser una escapatoria porque el problema no radica en la vida. 5La vida no tiene opuesto, pues es Dios. 6La vida parece ser lo opuesto a la muerte porque tú has decidido que la muerte acaba con la vida. 7Perdona al mundo y comprenderás que nada que Dios creó puede tener fin, y que nada que Él no haya creado es real. 8Con esta frase se resume nuestro curso. 9Con esta frase se le da a nuestras prácticas el único objetivo que tienen. 10Con esta frase se describe el pro­grama de estudios del Espíritu Santo exactamente como es.

6. ¿Qué es la paz de Dios? 2La paz de Dios no es más que esto: el simple entendimiento de que Su Voluntad no tiene ningún opuesto. 3Ningún pensamiento que contradiga Su Voluntad puede ser verdadero. 4El contraste entre Su Voluntad y la tuya tan sólo daba la impresión de ser real. 5En realidad no había conflicto, pues Su Voluntad es la tuya. 6Ahora la poderosa Voluntad de Dios Mismo es Su regalo para ti. 7Él no desea quedarse con Ella sólo para Sí. 8¿Por qué querrías mantener tus insignificantes y frágiles alucinaciones ocultas de Él? 9La Voluntad de Dios es una y es lo único que existe. 10Ése es tu patrimonio. 11Todo el universo que se encuentra más allá del sol y las estrellas, así como de todos los pensamientos que puedas concebir, te pertenece. 12La paz de Dios es la condición para que se haga Su Voluntad. 13Alcanza Su paz, y le recordarás.


21. ¿QUÉ PAPEL JUEGAN LAS PALABRAS EN EL PROCESO DE CURACIÓN?

1. Estrictamente hablando, las palabras no juegan ningún papel en el proceso de curación. 2El factor motivante es la oración o petición. 3Recibes lo que pides. 4Pero esto se refiere a la oración del corazón, no a las palabras que usas al orar. 5A veces las pala­bras y la oración se contradicen entre sí; otras veces coinciden. 6Eso no importa. 7Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para mantenerlas en la ilusión de la separación. 8Las palabras pueden ser útiles, especialmente para el principiante, ya que lo ayudan a concentrarse y a facilitar la exclusión, o al menos el control, de los pensamientos foráneos. 9No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. 10Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.

2. En cuanto que símbolos, las palabras tienen connotaciones muy específicas. 2Aun en el caso de las que parecen ser más abs­tractas, la imagen que evocan en la mente tiende a ser muy con­creta. 3A menos que una palabra suscite en la mente una imagen concreta en relación con dicha palabra, ésta tendrá muy poco o ningún significado práctico, y, por lo tanto, no supondrá ninguna ayuda en el proceso de curación. 4La oración del corazón no pide realmente cosas concretas. 5Lo que pide es siempre alguna clase de experiencia, y las cosas que específicamente pide son las por­tadoras de la experiencia deseada en opinión del peticionario. 6Las palabras, por consiguiente, son símbolos de las cosas que se piden, pero las cosas en sí no son sino la representación de las experiencias que se anhelan.

3. La oración que pide cosas de este mundo dará lugar a expe­riencias de este mundo. 2Si la oración del corazón pide eso, eso es lo que se le dará porque eso es lo que recibirá. 3Es imposible entonces que en la percepción del que pide, la oración del cora­zón no reciba respuesta. 4Si pide lo imposible, si desea lo que no existe o si lo que busca en su corazón son ilusiones, eso es lo que tendrá. 5El poder de su decisión se lo ofrece tal como él lo pide. 6En esto estriba el Cielo o el infierno. 7Al Hijo durmiente de Dios sólo le queda este poder. 8Pero es suficiente. 9Las palabras que emplea son irrelevantes. 10Sólo la Palabra de Dios tiene sentido, ya que simboliza aquello que no corresponde a ningún símbolo humano. 11Sólo el Espíritu Santo comprende lo que esa Palabra representa. 12Y eso, también, es suficiente.

4. ¿Debe evitar, entonces, el maestro de Dios el uso de las palabras cuando enseña? 2¡Por supuesto que no! 3Son muchos a los que aún es necesario acercarse por medio de las palabras, ya que todavía son incapaces de oír en silencio. 4No obstante, el maestro de Dios debe aprender a utilizar las palabras de otra manera. 5Poco a poco aprenderá a dejar que las palabras le sean inspiradas, a medida que deje de decidir por sí mismo lo que tiene que decir. 6Este proceso no es más que un caso especial de la lección del libro de ejercicios que reza: "Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino". 7El maestro de Dios acepta las palabras que se le ofre­cen y las expresa tal como las recibe. 8No controla lo que dice. 9Simplemente escucha, oye y habla.

5. Uno de los mayores obstáculos con los que el maestro de Dios se topa en esta fase de su aprendizaje, es su temor con respecto a la validez de lo que oye. 2Y en efecto, lo que oye puede ser muy sorprendente. 3Puede que también le parezca que no tiene nada que ver con el problema en cuestión tal como él lo percibe, y puede incluso poner al maestro en una situación que a él le puede parecer muy embarazosa. 4Todas estas cosas no son más que jui­cios sin ningún valor. 5Son sus propios juicios, procedentes de una penosa percepción de sí mismo que le convendría abandonar. 6No juzgues las palabras que te vengan a la mente, sino que, por el contrario, ofrécelas lleno de confianza. 7Son mucho más sabias que las tuyas. 8Detrás de los símbolos que usan los maestros de Dios se encuentra la Palabra de Dios. 9Y Él Mismo imbuye las palabras que ellos usan con el poder de Su Espíritu, y las eleva de meros símbolos a la Llamada del Cielo en sí.

Video de Mich Gaymard



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