Lección 252 y Manual del Maestro UCDM

LECCIÓN 252

El Hijo de Dios es mi Identidad.

1. La santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda concebir ahora. 2Su refulgente y perfecta pureza es mucho más brillante que cualquier luz que jamás haya contemplado. 3Su amor es ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sí todas las cosas en la calma de una queda certeza. 4Su fortaleza no procede de los ardientes impulsos que hacen girar al mundo, sino del Amor ilimitado de Dios Mismo. 5¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser! aY, sin embargo, ¡cuán cerca de mí y de Dios!


2. Padre, Tú conoces mi verdadera Identidad. 2Revélamela ahora a mí que soy Tu Hijo, para que pueda despertar a la verdad en Ti, y saber que se me ha restituido el Cielo.


Manual del Maestro

18. ¿CÓMO SE LLEVA A CABO LA CORRECCIÓN?

1. Hasta que el maestro de Dios no haya dejado de confundir las interpretaciones con los hechos y las ilusiones con la verdad, no podrá tener lugar una corrección de naturaleza duradera, que es a la única a la que se le puede llamar verdadera corrección. 2Si dis­cute con su alumno acerca de un pensamiento mágico, ataca dicho pensamiento, trata de probar que es erróneo o demostrar su false­dad, sólo estará dando testimonio de su realidad. 3Esto conduce inevitablemente a la depresión, pues habrá "probado" tanto a su alumno como a sí mismo que la tarea de ambos es escapar de lo que es real. 4Y esto es de todo punto imposible. 5La realidad es inmutable. 6Los pensamientos mágicos no son sino ilusiones. 7Pues, de no ser así, la salvación no sería más que el mismo sueño irrealizable de siempre, sólo que con una nueva fachada. 8El sueño de la salvación, en cambio, tiene un nuevo contenido, 9y la diferencia entre ambos no estriba sólo en la forma.

2. La lección más importante que los maestros de Dios deben aprender es cómo reaccionar sin ira ante los pensamientos mági­cos. 2Sólo de esta manera pueden proclamar la verdad acerca de sí mismos. 3El Espíritu Santo puede entonces hablar a través de ellos acerca de la realidad del Hijo de Dios 4y recordarle al mundo lo que es la impecabilidad[1]: la única condición -inalterada e inalte­rable- de todo cuanto Dios creó. 5El Espíritu Santo puede ahora proclamar la Palabra de Dios a oídos atentos y llevar la visión de Cristo a ojos que ven. 6Ahora Él es libre de enseñarles a todas las mentes lo que ellas en realidad son para que gustosamente le sean devueltas a El. 7Y ahora en Su visión y en la Palabra de Dios, se perdona y se pasa por alto completamente la culpabilidad.

3. La ira no hace más que proferir a gritos: "¡La culpabilidad es real!" 2La realidad queda obliterada cuando esta creencia demente reemplaza a la Palabra de Dios. 3Ahora son los ojos del cuerpo los que "ven" y sus oídos los únicos que pueden "oír" 4El limitado espacio que ocupa y su exiguo aliento se convierten en el criterio con el que medir la realidad. 5Y la verdad se vuelve diminuta e insignificante. 6La Corrección tiene una sola respuesta para todo esto y para el mundo que se basa en ello:

7Confundes tus interpretaciones con la verdad, 8y te equivocas. 9Mas un error no es un pecado ni tus errores han derrocado a la realidad de su trono. 10Dios reina para siempre, y sólo Sus leyes imperan sobre ti y sobre el mundo. 11Su Amor sigue siendo lo único que existe. 12El miedo es una ilusión, pues tú eres como Dios.

4. Para que el maestro de Dios pueda curar, es esencial, pues, que permita que sus propios errores le sean corregidos. 2Si siente la más leve irritación al responder a otro, que se dé cuenta de inme­diato de que ha hecho una interpretación falsa. 3Que se dirija entonces a su Eterno Guía interno y deje que sea Él Quien juzgue cuál debe ser su respuesta. 4De este modo, el maestro de Dios se cura y en su curación su alumno se cura con él. 5La única respon­sabilidad del maestro de Dios es aceptar la Expiación para sí mismo. 6La Expiación es sencillamente la corrección o anulación de los errores. 7Cuando se haya alcanzado, el maestro de Dios se habrá convertido, por definición, en un obrador de milagros. 8Sus pecados le habrán sido perdonados, y él ya no se condenará a sí mismo. 9¿Cómo podría entonces condenar a otros? 10¿Y habría alguien al que su perdón no pudiese curar?


19. ¿QUÉ ES LA JUSTICIA?

1. La justicia es la corrección divina de la injusticia. 2La injusticia es la base de todos los juicios del mundo. 3La justicia corrige las interpretaciones a las que la injusticia da lugar y las cancela. 4Ni la justicia ni la injusticia existen en el Cielo, donde el error es imposible y la idea de corrección carece de sentido. 5En este mundo, sin embargo, el perdón depende de la justicia, ya que todo ataque no puede sino ser injusto. 6La justicia es el veredicto que el Espíritu Santo emite acerca del mundo. 7 La justicia es imposible excepto en Su juicio, pues nadie en el mundo es capaz de dejar a un lado toda injusticia y de hacer únicamente interpre­taciones justas. 8Si el Hijo de Dios fuese juzgado imparcialmente, no habría necesidad de salvación. 9El pensamiento de separación hubiese sido eternamente inconcebible.

2. La justicia, al igual que su opuesto, es una interpretación. 2Sin embargo, es la única interpretación que conduce a la verdad. 3Esto es así porque, si bien la justicia no es de por sí verdadera, no hay nada en ella que se oponga a la verdad. 4Entre la justicia y la verdad no existe un conflicto intrínseco: una no es sino el primer paso en dirección a la otra. 5El camino varía considerablemente a medida que uno avanza. 6Sería imposible predecir de antemano toda la magnificencia, la grandiosidad de los paisajes y los vastos panoramas que han de salir a nuestro encuentro a lo largo del recorrido. 7Y aun éstos, cuyo esplendor alcanza alturas indescrip­tibles según uno sigue adelante, no se pueden comparar con lo que nos aguarda cuando el camino termine y el tiempo finalice junto con él. 8Pero por alguna parte hay que comenzar. 9La justi­cia es el comienzo.

3. Todos los conceptos que abrigas acerca de ti mismo y de tus hermanos; todos tus temores acerca de situaciones futuras y toda tu preocupación por el pasado tienen su origen en la injusticia. 2He aquí el cristal que, al ponerse ante los ojos del cuerpo, deforma la percepción y trae testigos de un mundo distorsionado a la mente que inventó el cristal y que en tanta estima lo tiene. 3Así, selectiva y arbitrariamente, es como se forja cada concepto del mundo. 4Los "pecados" se perciben y se justifican mediante un cuidadoso método selectivo del que está ausente toda idea de totalidad. 5El perdón no tiene cabida en tal esquema, pues no hay ni un solo "pecado" que no parezca sino ser verdad eternamente.

4. La salvación es la justicia de Dios. 2La salvación reinstaura en tu conciencia la integridad de todos los fragmentos que percibes como desprendidos y separados. 3Y es esto lo que te permite superar el miedo a la muerte. 4Pues los fragmentos separados no pueden sino deteriorarse y morir, pero lo que goza de plenitud es inmortal 5y por siempre semejante a su Creador, al ser uno con Él. 6El Juicio de Dios es Su justicia. 7Sobre este juicio -totalmente desprovisto de condenación al ser una evaluación enteramente basada en el amor- has proyectado tu injusticia, atribuyéndole a Dios el cristal de percepción deformada a través del que miras tú. 8Ahora el cristal es Suyo y no tuyo. 9Ahora tienes miedo de Él, y no te das cuenta de que odias y temes a tu propio Ser como si de tu enemigo se tratase.

5. Implora la justicia de Dios, y no confundas Su misericordia con tu demencia. 2La percepción puede dar forma a cualquier imagen que la mente desee ver. 3Ten presente esto. 4En esto estriba el que veas el Cielo o el infierno, según elijas. 5La justicia de Dios apunta hacia el Cielo precisamente porque es totalmente imparcial. 6La justicia de Dios acepta todas las pruebas que se le presentan, sin omitir nada y sin considerar nada como algo separado y ajeno a todo lo demás. 7La justicia de Dios juzga desde este punto de vista, y sólo desde él. 8Aquí todo ataque y toda condenación dejan de tener sentido y se hacen insostenibles. 9La percepción descansa, la mente está quieta y la luz retorna nuevamente. 10Ahora se restaura la visión. 11Lo que se había perdido ahora se ha encontrado. 12La paz de Dios desciende sobre el mundo y por fin podemos ver. 13Por fin podemos ver.


[1] N.T. La palabra "impecabilidad" se utiliza aquí con el significado de "condición carente de pecado".


Video de Mich Gaymard


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