Lección 177 y Texto UCDM
LECCIÓN 177
Dios es sólo
Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
1. (163) La
muerte no existe. 2El Hijo de Dios es libre.
3Dios es sólo
Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
2. (164) Ahora
somos uno con Aquel que es nuestra Fuente.
2Dios es sólo
Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.
Texto
IV. Por encima del campo
de batalla
1. No sigas
estando en conflicto, pues sin ataque no puede haber guerra. 2Tenerle
miedo a Dios es tenerle miedo a la vida, no a la muerte. 3Sin
embargo, Dios sigue siendo el único refugio. 4En Él no hay ataques,
ni el Cielo se ve acechado por ninguna clase de ilusión. 5El Cielo
es completamente real. 6En él las diferencias no tienen cabida, y lo que es lo mismo no puede estar en conflicto. 7No se te pide
que luches contra tu deseo de asesinar. 8Pero sí se te pide que te
des cuenta de que las formas que dicho deseo adopta encubren la intención del
mismo. 9Y es eso lo que te asusta, no la forma que adopta. 10Lo
que no es amor es asesinato. 11Lo que no es amoroso no puede sino
ser un ataque. 12Toda ilusión es un asalto contra la verdad y cada
una de ellas es una agresión contra la idea del amor porque éste parece ser tan
verdadero como ellas.
2. Mas ¿qué puede ser igual a la
verdad y sin embargo diferente? 2El asesinato y el amor son
incompatibles. 3Si ambos fuesen ciertos, tendrían entonces que ser
lo mismo e indistinguibles el uno del otro. 4Y así deben serlo para
aquellos que ven al Hijo de Dios como un cuerpo. 5Pues no es el
cuerpo lo que es como el Creador del Hijo. 6Y lo que carece de vida no puede ser el Hijo de la Vida. 7¿Puede
acaso el cuerpo extenderse hasta abarcar todo el universo? 8¿Puede
acaso crear, y ser lo que crea? 9¿Y puede ofrecerle a sus creaciones
todo lo que él es sin jamás sufrir pérdida alguna?
3. Dios no
comparte Su función con un cuerpo. 2El le encomendó a Su Hijo la
función de crear porque es la
Suya Propia. 3Creer que la función del Hijo es
asesinar no es un pecado, pero sí es una locura. 4Lo que es lo mismo no
puede tener una función diferente. 5La creación es el medio por el
que Dios se extiende a Sí Mismo, y lo que es Suyo no puede sino ser de Su Hijo
también. 6Pues, o bien el Padre y el Hijo son asesinos, o bien
ninguno de los dos lo es. 7La vida no crea a la muerte, puesto que
sólo puede crear a semejanza propia.
4. La
hermosa luz de tu relación es como el Amor de Dios. 2Mas aún no
puede asumir la sagrada función que Dios le encomendó a Su Hijo, puesto que
todavía no has perdonado a tu hermano completamente, y, por ende, el perdón no
se puede extender a toda la creación. 3Toda forma de asesinato y
ataque que todavía te atraiga y que aún no hayas reconocido como lo que
realmente es, limita la curación y los milagros que tienes el poder de extender
a todo el mundo. 4Aun así, el Espíritu Santo sabe cómo multiplicar
tus pequeñas ofrendas y hacerlas poderosas. 5Sabe también cómo elevar
tu relación por encima del campo de batalla para que ya no se encuentre más en él.
6Esto es lo único que tienes que hacer: reconocer que cualquier
forma de asesinato no es tu voluntad. 7 Tu propósito ahora es pasar
por alto el campo de batalla.
5.
Elévate, y desde un lugar más alto, contémplalo. 2Desde ahí tu
perspectiva será muy diferente. 3Aquí, en medio de él, ciertamente
parece real. 4Aquí has elegido ser parte de él. 5Aquí tu
elección es asesinar. 6Mas desde lo alto eliges los milagros en vez
del asesinato. 7Y la perspectiva que procede de esta elección te
muestra que la batalla no es real y que es fácil escaparse de ella. 8Los
cuerpos pueden batallar, pero el choque entre formas no significa nada. 9Y
éste cesa cuando te das cuenta de que nunca tuvo comienzo. 10¿Cómo
ibas a poder percibir una batalla como inexistente si participas en ella? 11¿Cómo
ibas a poder reconocer la verdad de los milagros si el asesinato es tu
elección?
6. Cuando
la tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina,
recuerda que puedes ver la
batalla desde más arriba. 2Incluso cuando se presenta en formas que
no reconoces, conoces las señales: 3una punzada de dolor, un ápice
de culpabilidad, pero sobre todo, la pérdida de la paz. 4Conoces
esto muy bien. 5Cuando se presenten, no abandones tu lugar en lo
alto, sino elige inmediatamente un milagro en vez del asesinato. 6Y
Dios Mismo, así como todas las luces del Cielo, se inclinarán tiernamente ante
ti para apoyarte. 7Pues habrás elegido permanecer donde Él quiere
que estés, y no hay ilusión que pueda atacar la paz de Dios cuando Él está
junto a Su Hijo.
7. No
contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarías viendo
desde un lugar que no existe. 2No tienes un punto de referencia
desde el que observar y desde el que lo que ves pueda tener significado. 3Pues
sólo los cuerpos pueden atacar y asesinar, y si éste es tu propósito, eso
quiere decir que eres un cuerpo. 4Sólo los propósitos unifican, y
aquellos que comparten un mismo propósito son de un mismo pensar. 5El
cuerpo de por sí no tiene propósito alguno, y no puede sino ser algo solitario.
6Desde abajo, no puede ser transcendido. 7Desde arriba,
las limitaciones que les impone a aquellos que todavía batallan desaparecen y
se hace imposible percibirlas. 8El cuerpo se interpone entre el
Padre y el Cielo que Él creó para Su Hijo precisamente porque no tiene ningún
propósito.
8. Piensa en lo que se les concede
a los que comparten el propósito de su Padre sabiendo que es también el suyo: 2no
tienen necesidad de nada; 3cualquier clase de pesar es inconcebible;
4de lo único que son conscientes es de la luz que aman y sólo el
amor brilla sobre ellos para siempre. 5El amor es su pasado, su presente
y su futuro: siempre el mismo, eternamente pleno y completamente compartido. 6Saben
que es imposible que su felicidad pueda jamás sufrir cambio alguno. 7Tal
vez pienses que en el campo de batalla todavía hay algo que puedes ganar. 8Sin
embargo, ¿podría ser eso algo que te ofreciese una calma perfecta y una
sensación de amor tan profunda y serena que ninguna sombra de duda pudiera
jamás hacerte perder la certeza? 9¿Y podría ser algo que durase
eternamente?
9. Los que
son conscientes de la fortaleza de Dios jamás podrían pensar en batallas. 2¿Qué
sacarían con ello sino la pérdida de su perfección? 3Pues todo
aquello por lo que se lucha en el campo de batalla tiene que ver con el cuerpo:
con algo que éste parece ofrecer o poseer. 4Nadie que sepa que lo
tiene todo podría buscarse limitaciones ni valorar las ofrendas del cuerpo. 5La
insensatez de la conquista resulta evidente desde la serena esfera que se
encuentra por encima del campo de batalla. 6¿Qué puede estar en conflicto
con lo que lo es todo? ¿Y qué hay que, ofreciendo menos, pudiese ser más
deseable? 8¿A quién que esté respaldado por el amor de Dios podría
resultarle difícil elegir entre los milagros y el asesinato?
Video de Mich Gaymard