Lección 142 y Texto UCDM
LECCIÓN 142
Mi mente
alberga sólo lo que pienso con Dios.
(123) Gracias Padre por los regalos
que me has concedido.
(124) Que no me olvide de que soy uno
con Dios.
Texto
Capítulo 19
I. La curación y la fe
1. Dijimos anteriormente que
cuando una situación se ha dedicado completamente a la verdad, la paz es
inevitable. 2La consecución de ésta es el criterio por medio del
cual se puede determinar con seguridad si dicha dedicación fue total. 3Mas
dijimos también que es imposible alcanzar la paz sin tener fe, pues lo que se
le entrega a la verdad para que ésta sea su único objetivo, se lleva a la
verdad mediante la fe. 4Esta fe abarca a todo aquel que
esté involucrado en la situación, pues sólo de esta manera se percibe la
situación como significativa y como un todo. 5Y todo el mundo tiene que estar
involucrado, pues, de lo contrario, ello implicaría que tu fe es limitada y que
tu dedicación no es total.
2. Toda situación que se perciba
correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. 2Y éste se cura porque tú tuviste
fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia
que tu ego hubiese querido imponerle. 3Ves, por consiguiente, que es
libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión contigo. 4Y puesto que la comparte, la ha dado, y así, Él cura a través de ti. 5Unirse
a Él en un propósito unificado es lo que hace que ese propósito sea real,
porque tú lo completas. 6Y esto es curación. 7El cuerpo se cura porque viniste
sin él y te uniste a la Mente
en la que reside toda curación.
3. El cuerpo no puede curarse
porque no puede causarse enfermedades a sí mismo. 2No tiene necesidad de que se
le cure. 3El que goce de buena salud o esté enfermo depende
enteramente de la forma en que la mente lo percibe y del propósito para el que
quiera usarlo. 4Es obvio que un segmento de la mente puede verse a
sí mismo separado del Propósito Universal. 5Cuando esto ocurre, el
cuerpo se convierte en su arma, que usa contra ese Propósito para demostrar el
"hecho" de que la separación ha tenido lugar. 6De este
modo, el cuerpo se convierte en el instrumento de lo ilusorio, actuando en
conformidad con ello: viendo lo que no está ahí, oyendo lo que la verdad nunca
dijo y comportándose de forma demente, al estar aprisionado por la demencia.
4. No pases por alto nuestra
afirmación anterior de que la falta de fe conduce directamente a las ilusiones.
2Pues percibir a un hermano como si fuese un cuerpo es falta de fe,
y el cuerpo no puede ser usado para alcanzar la unión. 3Si ves a tu
hermano como un cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él
es imposible. 4Tu falta de fe en él te ha separado de él y ha
impedido vuestra curación. 5De este modo, tu falta de fe se ha
opuesto al propósito del Espíritu Santo y ha dado lugar a que se interpongan entre
vosotros ilusiones centradas en el cuerpo. 6Y el cuerpo parecerá
estar enfermo, pues lo habrás convertido en un "enemigo" de la
curación y en lo opuesto a la verdad.
5. No puede ser difícil darse cuenta de que la fe tiene
que ser lo opuesto a la falta de fe. 2Mas la diferencia en cómo
ambas operan no es tan obvia, aunque se deriva directamente de la diferencia
fundamental que existe entre ellas. 3La falta de fe siempre limita y
ataca; la fe desvanece toda limitación y brinda plenitud. 4La falta
de fe siempre destruye y separa; la fe siempre une y sana. 5La falta
de fe interpone ilusiones entre el Hijo de Dios y su Creador; la fe elimina
todos los obstáculos que parecen interponerse entre ellos. 6La falta
de fe está totalmente dedicada a las ilusiones; la fe, totalmente a la verdad. 7Una
dedicación parcial es imposible. 8La verdad es la ausencia de
ilusiones, las ilusiones, la ausencia de la verdad. 9Ambas no
pueden coexistir ni percibirse en el mismo lugar. 10Dedicarte a
ambas es establecer un objetivo por siempre inalcanzable, pues parte de él se
intenta alcanzar a través del cuerpo, al que se considera el medio por el que
se procura encontrar la realidad mediante el ataque. 11La otra parte
quiere sanar y, por lo tanto, apela a la mente y no al cuerpo.
6. La transigencia que inevitablemente se hace es creer
que el cuerpo, y no la mente, es el que tiene que ser curado. 2Pues
este objetivo dividido ha otorgado la misma realidad a ambos, lo cual sería
posible sólo si la mente estuviese limitada al cuerpo y dividida en pequeñas
partes que aparentan ser íntegras, pero que no están conectadas entre sí. 3Esto
no le hará daño al cuerpo, pero mantendrá intacto en la mente el sistema
de pensamiento ilusorio. 4La mente, pues, es la que tiene necesidad
de curación. 5Y en ella es donde se encuentra. 6Pues Dios
no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad, ni estableció el
remedio donde la enfermedad no puede estar. 7La enfermedad y el
remedio se encuentran en el mismo lugar, y cuando se ven uno al lado del otro,
reconoces que todo intento de mantener a la verdad y a la ilusión en la mente,
donde ambas necesariamente están, es estar dedicado a las ilusiones. aMas
cuando éstas se llevan ante la verdad y se ve que desde cualquier punto de
vista son completamente irreconciliables con ella, se abandonan.
7. No hay conexión alguna entre la verdad y las
ilusiones. 2Esto será así eternamente, por mucho que intentes que
haya conexión entre ellas. 3Pero las ilusiones están siempre
conectadas entre sí, tal como lo está la verdad. 4Tanto las
ilusiones como la verdad gozan de cohesión interna y constituyen un sistema de
pensamiento completo en sí mismo, aunque totalmente desconectado del otro. 5Percibir
esto es reconocer dónde se encuentra la separación, y dónde debe subsanarse. 6El
resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. 7La idea
de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que
éste enferme debido a la identificación de la mente con él. 8Tú
crees que estás protegiendo al cuerpo, al ocultar esta conexión, ya que
ocultarla parece mantener tu identificación a salvo del "ataque" de
la verdad.
8. ¡Si sólo comprendieses cuánto
daño le ha hecho a tu mente este extraño encubrimiento, y cuánta confusión te
ha causado con respecto a tu identidad! 2No comprendes la magnitud
de la devastación que tu falta de fe ha ocasionado, pues la falta de fe es un ataque que
parece estar justificado por sus resultados. 3Pues al negar la fe
ves lo que no es digno de ella, y no puedes mirar más allá de esta barrera a lo
que se encuentra unido a ti.
9. Tener fe
es sanar. 2Es la señal de que has aceptado la Expiación , y, por
consiguiente, de que deseas compartirla. 3Mediante la fe, ofreces el
regalo de liberación del pasado que recibiste. 4No te vales de nada
que tu hermano haya hecho antes para condenarlo ahora. 5Eliges
libremente pasar por alto sus errores, al mirar más allá de todas las barreras
que hay entre tú y él y veros a los dos como uno solo. 6Y en esa
unidad que contemplas, tu fe está plenamente justificada. 7La falta
de fe nunca está justificada. aLa fe, en cambio, siempre lo está.
10. La fe es lo opuesto al miedo, y
forma parte del amor tal como el miedo forma parte del ataque. 2La
fe es el reconocimiento de la unión. 3Es el benévolo reconocimiento
de que cada hermano es un Hijo de tu amorosísimo Padre, amado por Él como lo
eres tú, y, por lo tanto, amado por ti como si fueses tú mismo. 4Su
Amor es lo que te une a tu hermano, y debido a Su Amor no desearías mantener a
nadie excluido del tuyo. 5Cada hermano aparece tal como se le
percibe en el instante santo, unido a ti en tu propósito de
ser liberado de la culpabilidad. 6Al ver al Cristo en él, él sana
porque contemplas en él lo que hace que tener fe en todos esté justificado
eternamente.
11. La fe es
el regalo de Dios a través de Aquel que Él te ha dado. 2La falta de
fe contempla al Hijo de Dios, y lo juzga indigno de perdón. 3Pero a
través de los ojos de la fe, se ve que el Hijo de Dios ya ha sido perdonado y
que está libre de toda culpa que él mismo se echó encima. 4La fe lo
ve sólo como es ahora porque no se fija en el pasado para juzgarlo, sino que
únicamente ve en él lo mismo que vería en ti. 5No ve a través de los
ojos del cuerpo, ni recurre a cuerpos para darse validez a sí misma. 6La
fe es el heraldo de la nueva percepción, enviada para congregar testigos que
den testimonio de su llegada, y para devolverte sus mensajes.
12. La fe
puede ser intercambiada por el conocimiento tan fácilmente como el mundo real. 2Pues
la fe surge de la percepción del Espíritu Santo, y es señal de que compartes
ésta con Él. 3La fe es un regalo que le ofrece al Hijo de Dios a
través del Espíritu Santo, y es tan aceptable para el Padre como para el Hijo. 4Por
lo tanto, te lo ofreces a ti mismo. 5Tu relación santa, con su nuevo
propósito te ofrece fe para que se la des a tu hermano. 6Tu falta de
fe os ha separado, y así, no ves tu salvación con él. 7La fe, no
obstante, os une en la santidad que veis, no a través de los ojos del cuerpo,
sino en la visión de Aquel que os unió, y en Quien estáis unidos.
13. La
gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. 2Y la mente que
la recibe mira instantáneamente más allá del cuerpo, y ve el santo lugar donde
fue curada. 3Ahí es donde se alza el altar en el que la gracia fue
otorgada, y donde se encuentra. 4Ofrécele, pues, gracia y
bendiciones a tu hermano, pues te encuentras en el mismo altar donde se os
otorgó la gracia a ambos. 5Y dejad que la gracia os cure a la vez,
para que podáis curar mediante la fe.
14. En el instante
santo tú y tu hermano os encontráis ante el altar que Dios se ha erigido a Sí
Mismo y a vosotros dos. 2Dejad a un lado la falta de fe y venid a él
juntos. 3En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue
renovada por la fe. 4Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que
la fe no pueda perdonar. 5Ningún error puede obstruir su serena
visión, la cual lleva el milagro de la curación con la misma facilidad a todos
ellos. 6Pues lo que se les encomienda hacer a los mensajeros del
amor, ellos lo hacen, y regresan con las buenas nuevas de haberlo consumado en
ti y en tu hermano, que os encontráis unidos ante el altar desde donde ellos
fueron enviados.
15. De la
misma manera en que la falta de fe mantendría vuestros míseros reinos yermos y
separados, así la fe ayudará al Espíritu Santo a preparar el terreno para el
santísimo jardín en que Él quiere convertirlo. 2Pues la fe brinda
paz, y así le pide a la verdad que entre y embellezca lo que ya fue preparado
para la hermosura. 3La verdad sigue muy de cerca de la fe y a la
paz, y completa el proceso de embellecimiento que ellas comienzan. 4Pues
la fe sigue siendo una de las metas del aprendizaje, que deja de ser necesaria
una vez que la lección se ha aprendido. 5La verdad, en cambio, jamás
se ausentará.
16.
Dedícate, por lo tanto, a lo eterno, y aprende a no ser un obstáculo para ello
ni a convertirlo en un esclavo del tiempo. 2Pues lo que crees
hacerle a lo eterno te lo haces a ti mismo. 3Aquel a quien Dios creó
como su Hijo no es esclavo de nada pues es Señor de todo, junto con su Creador.
4Puedes esclavizar a un cuerpo, pero las ideas son libres y no
pueden ser aprisionadas o limitadas en modo alguno, excepto por la mente que
las concibió. 5Pues esta permanece unida a su fuente que se
convierte en su carcelero o en su libertador, según el objetivo que acepte para
sí mismo.
Video de Mich Gaymard