Lección 144 y Texto de UCDM
LECCIÓN 144
Mi mente
alberga sólo lo que pienso con Dios.
(127) No hay otro amor que el de
Dios.
(128) En el mundo que veo no
hay nada que yo desee.
Texto
III. La irrealidad del
pecado
1. La atracción de la culpabilidad
reside en el pecado, no en el error. 2El pecado volverá a repetirse
por razón de esta atracción. 3El miedo puede
hacerse tan agudo que al pecado se le ruega su expresión. 4Pero
mientras la culpabilidad continúe siendo atractiva, la mente
sufrirá y no abandonará la idea del pecado. 5Pues la culpabilidad
todavía la llama, y la mente la oye y la desea ardientemente, y se deja
cautivar voluntariamente por su enfermiza atracción. 6El pecado es
una idea de perversidad que no puede ser corregida, pero que, sin embargo, será
siempre deseable. 7AI ser parte esencial de lo que el ego cree que
eres, siempre la desearás. 8Y sólo un
vengador, con una mente diferente de la tuya, podría acabar con ella valiéndose
del miedo.
2. El ego no cree que sea posible que lo que el pecado
realmente invoca, y a lo que el amor siempre responde, es al amor y no al miedo. 2Pues
el ego lleva el pecado ante el miedo, exigiendo castigo. 3Mas el
castigo no es sino otra forma de proteger la culpabilidad, pues lo que merece
castigo tuvo que haber sucedido realmente. 4El castigo es siempre el
gran protector del pecado, al que trata con respeto y a quien honra por su
perversidad. 5Lo que clama por castigo, tiene que ser verdad. 6Y lo que es verdad no puede sino ser eterno, y se seguirá repitiendo sin
cesar. 7Pues deseas lo que consideras real, y no lo abandonas.
3. Un error, en cambio, no es algo atractivo. 2Lo
que ves claramente como una equivocación deseas que se corrija. 3A
veces un pecado se comete una y otra vez, con resultados obviamente
angustiosos, pero sin perder su atractivo. 4Mas de pronto cambias su
condición, de modo que de ser un pecado pasa a ser simplemente un error. 5Ahora
ya no lo seguirás cometiendo, simplemente no lo volverás a hacer y te
desprenderás de él, a menos que todavía te sigas sintiendo culpable. 6Pues
en ese caso no harás sino cambiar una forma de pecado por otra, reconociendo
que era un error pero impidiendo su corrección. 7Eso no supone realmente
un cambio en tu percepción, pues es el pecado y no el error el que exige
castigo.
4. El Espíritu Santo no puede castigar el pecado. 2Reconoce
los errores y Su deseo es corregirlos todos tal como Dios le encargó que
hiciese. 3Pero no conoce el pecado, ni tampoco puede ver errores que
no puedan ser corregidos. 4Pues la idea de un error incorregible no
tiene sentido para Él. 5Lo único que el error pide es corrección, y
eso es todo. 6Lo que pide castigo no está realmente pidiendo nada. 7Todo
error es necesariamente
una
petición de amor. 8¿Qué es, entonces, el pecado? 9¿Qué
otra cosa podría ser, sino una equivocación que quieres mantener oculta, una
petición de ayuda que no quieres que sea oída, y que, por lo tanto, se queda
sin contestar?
5. En el tiempo, el Espíritu Santo ve claramente que el
Hijo de Dios puede cometer errores. 2En esto compartes Su visión. 3Mas
no compartes Su criterio con respecto a la diferencia que existe entre el
tiempo y la eternidad. 4Y cuando la
corrección se completa, el tiempo se convierte en eternidad. 5El
Espíritu Santo puede enseñarte a ver el tiempo de manera diferente y a ver más
allá de él, pero no podrá hacerlo mientras sigas creyendo en el pecado. 6En
el error sí puedes creer, pues éste puede ser corregido por la mente. 7Pero
el pecado es la creencia de que tu percepción es inalterable y de que la mente
tiene que aceptar como verdadero lo que le dicta la percepción. 8Si
la mente no obedece, se la juzga como desquiciada. 9De ese modo la
mente, que es el único poder que podría cambiar la percepción, se mantiene en
un estado de impotencia y restringida al cuerpo por miedo al cambio de percepción
que su Maestro, que es uno con ella, le brindaría.
6. Cuando te sientas tentado de pensar que el pecado es
real, recuerda esto: si el pecado es real, ni tú ni Dios lo sois. 2Si
la creación es extensión, el Creador tiene que haberse extendido a Sí Mismo, y
es imposible que lo que forma parte de Él sea completamente diferente del
resto. 3Si el pecado es real, Dios no puede sino estar en pugna
Consigo Mismo. 4Tiene que estar dividido, debatiéndose entre el bien
y el mal; ser en parte cuerdo y en parte demente. 5Pues tiene que
haber creado aquello que quiere destruirlo y que tiene el poder de hacerlo. 6¿No
sería más fácil creer que has estado equivocado que creer eso?
7. Mientras
creas que tu realidad o la de tu hermano está limitada a un cuerpo, seguirás
creyendo en el pecado. 8Mientras creas que los cuerpos se pueden
unir, seguirás encontrando atractiva a la culpabilidad y considerando el pecado
como algo de inestimable valor. 3Pues la creencia de que los cuerpos
limitan a la mente conduce a una percepción del mundo en la que la prueba de la
separación parece abundar por todas partes. 4Así Dios y Su creación
parecen estar separados y haber sido derrocados. 5Pues el pecado
demostraría que lo que Dios creó santo no puede prevalecer contra él, ni seguir
siendo lo que es ante su poderío. 6Al pecado se le percibe como algo
más poderoso que Dios, ante el cual Dios Mismo se tiene que postrar y ofrecer
Su creación a su conquistador. 7¿Es esto humildad o demencia?
8. Si el pecado es real, tiene que estar
permanentemente excluido de cualquier esperanza de curación. 2Pues
en ese caso habría un poder que transcendería al de Dios, un poder capaz de fabricar
otra voluntad que puede atacar y derrotar Su Voluntad, así como conferirle a Su
Hijo otra voluntad distinta de la
Suya y más fuerte. 3Y cada parte fragmentada de la creación de Dios tendría una voluntad
diferente, opuesta a la Suya ,
y en eterna oposición a Él y a las demás. 4Tu relación santa tiene
ahora como propósito la meta de demostrar que eso es imposible. 5El
Cielo le ha sonreído, y en su sonrisa de amor la creencia en el pecado ha sido
erradicada. 6Todavía lo ves porque no te das cuenta de que sus
cimientos han desaparecido. 7Su fuente ya ha sido eliminada, y sólo
puedes abrigarlo por un breve período de tiempo antes de que desaparezca del
todo. 8Lo único que queda es el hábito de buscarlo.
9. Y sin embargo, lo contemplas con
la sonrisa del Cielo en tus labios y con la bendición del Cielo en tu mirada. 2No seguirás viendo el pecado por
mucho más tiempo. 3Pues en la nueva percepción, la mente lo corrige
cuando parece presentarse y se vuelve invisible. 4Los errores se
reconocen de inmediato y se llevan enseguida ante la corrección para que ésta
los sane y no para que los oculte. 5Serás curado del pecado y de
todas sus atrocidades en el instante en que dejes de conferirle poder sobre tu
hermano. 6Y lo ayudarás a superar sus errores al liberarlo jubilosamente
de la creencia en el pecado.
10. En el instante santo verás refulgir la sonrisa del
Cielo sobre ti y sobre tu hermano. 2Y derramarás luz sobre él, en
jubiloso reconocimiento de la gracia que se te ha concedido. 3Pues
el pecado no puede prevalecer contra una unión que el Cielo ve con beneplácito.
4Tu percepción sanó en el instante santo que el Cielo te dio. 5Olvídate
de lo que has visto, y eleva tus ojos con fe hacia lo que ahora puedes ver. 6Las
barreras que impiden el paso al Cielo desaparecerán ante tu santa mirada, pues
a ti que eras ciego se te ha concedido la visión y ahora puedes ver. 7No
busques lo que ha sido eliminado, sino la gloria que ha sido restituida para
que tú la veas.
11. Mira a tu Redentor y contempla
lo que Él quiere que tú veas en tu hermano, y no permitas que el pecado vuelva
a cegar tus ojos. 2Pues el pecado te mantendría separado de él, pero
tu Redentor quiere que veas a tu hermano como te ves a ti mismo. 3Vuestra
relación es ahora un templo de curación, un lugar donde todos los que están
fatigados pueden venir a descansar. 4En ella se encuentra el
descanso que les espera a todos después de la jornada. 5Y gracias a
vuestra relación todos se encuentran más cerca de ese descanso.
Video de Mich Gaymard