Lección 9 y Texto UCDM

LECCIÓN 9

No veo nada tal como es ahora.

1. Esta idea es, obviamente, la consecuencia lógica de las dos ante­riores. 2Pero si bien es posible que la puedas aceptar intelectual­mente, es muy probable que todavía no signifique nada para ti. 3De todas formas, el entendimiento no es necesario a estas alturas. 4De hecho, reconocer que no entiendes es un requisito previo para erradicar tus falsas ideas. 5Estos ejercicios tienen que ver con la práctica, no con el entendimiento. 6No necesitas practicar lo que ya entiendes. 7Sería bastante redundante, por cierto, tener como meta el entendimiento y al mismo tiempo asumir que ya lo has alcanzado.

2. A la mente no entrenada le resulta difícil creer que lo que apa­rentemente contempla realmente no está ahí. 2Esta idea puede producir gran inquietud, y toparse con gran resistencia, la cual puede manifestarse de muchas maneras. 3No obstante, eso no excluye el que la apliques. 4Esto es lo único que se requiere para estos ejercicios o para cualesquiera otros. 5Cada pequeño paso despejará la oscuridad un poco más, y el entendimiento final­mente llegará para iluminar cada rincón de la mente que haya sido despejada de los escombros que la enturbiaban.

3. Estos ejercicios, para los que tres o cuatro sesiones de práctica son suficientes, consisten en que mires a tu alrededor y apliques la idea de hoy a cualquier cosa que veas, sin olvidarte de la necesi­dad de aplicarla imparcialmente, y la regla esencial de no excluir nada. 2Por ejemplo:

3No veo esta máquina de escribir tal como es ahora.
4No veo este teléfono tal como es ahora.
5No veo este brazo tal como es ahora.

4. Empieza con aquellas cosas que estén más cerca de ti, y luego extiende tu campo visual:

2No veo ese perchero tal como es ahora.
 3No veo esa puerta tal como es ahora.
4No veo esa cara tal como es ahora.

5. Hay que subrayar nuevamente, que, si bien no debes intentar incluirlo todo, tampoco debes excluir nada en particular. 2Asegúrate de ser honesto contigo mismo al hacer esta distinción. 3Es posible que te sientas tentado de enmascararla.

Texto

VI. Miedo y conflicto

1.         Tener miedo parece ser algo involuntario y no estar bajo tu con­trol. 2Mas he dicho ya que sólo los actos constructivos deben ser involuntarios. 3Mi control puede hacerse cargo de todo lo que no es importante, mientras que, si así lo decides, mi asesoramiento puede dirigir todo lo que sí lo es. 4Yo no puedo controlar el miedo, pero éste puede ser auto-controlado. 5Tu miedo me impide darte mi control. 6La presencia del miedo indica que has elevado pensa­mientos corporales al nivel de la mente. 7Eso los pone fuera de mi control y te hace sentir personalmente responsable de ellos, 8Lo cual es una obvia confusión de niveles.

2.         Yo no fomento la confusión de niveles; tú debes, no obstante, elegir corregirla. 2Tú no justificarías un comportamiento demente por tu parte diciendo que no pudiste evitarlo. 3¿Por qué, entonces, condonas pensamientos dementes? 4Hay una confusión en esto que te convendría examinar detenidamente. 5Tal vez creas que eres responsable de lo que haces, pero no de lo que piensas. 6La verdad es que eres responsable de lo que piensas porque es sola­mente en ese nivel donde puedes ejercer tu poder de decisión. 7Tus acciones son el resultado de tus pensamientos. 8No puedes separarte de la verdad "otorgándole" autonomía al comporta­miento. 9Éste lo controlo yo automáticamente tan pronto como pongas tu pensamiento bajo mi dirección. 10Siempre que tienes miedo es señal inequívoca de que le has permitido a tu mente crear falsamente y de que no me has permitido guiarla.

3.         De nada sirve pensar que controlando los resultados de cual­quier pensamiento falso se pueda producir una curación. 2Cada vez que tienes miedo es porque has tomado una decisión equivo­cada. 3Esa es la razón por la que te sientes responsable de ello. 4Tienes que cambiar de mentalidad, no de comportamiento, y eso es cuestión de que estés dispuesto a hacerlo. 5No necesitas orien­tación alguna excepto a nivel mental. 6La corrección debe llevarse a cabo únicamente en el nivel en que es posible el cambio. 7El cambio no tiene ningún sentido en el nivel de los síntomas donde no puede producir resultados.

4.          Deshacer el miedo es tu responsabilidad. 2Cuando pides que se te libere del miedo, estás implicando que no lo es. 3En lugar de ello, deberías pedir ayuda para cambiar las condiciones que lo suscitaron. 4Esas condiciones siempre entrañan el estar dispuesto a permanecer separado. 5A ese nivel tú puedes evitarlo. 6Eres demasiado tolerante con las divagaciones de tu mente, y condo­nas pasivamente sus creaciones falsas. 7El resultado particular no importa; lo que importa es el error fundamental. 8La corrección es siempre la misma. 9Antes de decidir hacer algo, pregúntame si tu elección está de acuerdo con la mía. 10Si estás seguro de que lo está, no tendrás miedo.

5.            El miedo es siempre un signo de tensión que surge cuando hay conflicto entre lo que deseas y lo que haces. 2Esta situación se presenta de dos maneras: Primera, puedes elegir hacer cosas con­flictivas, ya sea simultánea o sucesivamente. 3Esto da lugar a un comportamiento conflictivo, lo cual te resulta intolerable porque la parte de la mente que quiere hacer otra cosa se enfurece. 4Segunda, puedes comportarte de acuerdo a como crees que debes, mas sin querer hacerlo realmente. 5Esto da lugar a un com­portamiento congruente, pero conlleva gran tensión. 6En ambos casos, la mente y el comportamiento están en desacuerdo, lo cual da lugar a una situación en la que estás haciendo algo que real­mente no quieres hacer. 7Esto suscita una sensación de coerción que normalmente produce furia, y es muy probable que también dé lugar a proyecciones. 8Siempre que tienes miedo, es porque aún estas indeciso. 9Tu mente se encuentra, por lo tanto, dividida y tu comportamiento inevitablemente se vuelve errático. 10La corrección a nivel de comportamiento puede cambiar el error del primer tipo al segundo, mas no elimina el miedo.

6.           Es posible alcanzar un estado en el que dejas que yo guíe tu mente sin ningún esfuerzo consciente por tu parte, más ello requiere un grado de buena voluntad que tú aún no posees. 2El Espíritu Santo no puede pedirte que hagas más de lo que estás dispuesto a hacer. 3La fuerza para hacer lo que Él te pide procede de una firme resolución por tu parte. 4Hacer la Voluntad de Dios no produce ninguna tensión una vez que reconoces que Su Volun­tad es también la tuya. 5La lección en este caso es muy sencilla, aunque muy fácil de pasar por alto. 6Voy, por lo tanto, a repetirla, y te exhorto a que escuches atentamente. 7Sólo tu mente puede producir miedo. 8Hace eso cada vez que está en conflicto con res­pecto a lo que quiere, lo cual inevitablemente produce tensión, ya que existen discrepancias entre lo que quiere y lo que hace al res­pecto. 9Eso sólo puede corregirse aceptando un objetivo unificado.

7.             El primer paso correctivo para deshacer el error es darse cuen­ta, antes que nada, de que todo conflicto es siempre una expresión de miedo. 2Dite a ti mismo que de alguna manera tienes que haber decidido no amar, ya que de otro modo el miedo no habría podido hacer presa en ti. 3A partir de ahí, todo el proceso correc­tivo se reduce a una serie de pasos pragmáticos dentro del pro­ceso más amplio de aceptar que la Expiación es el remedio. 4Estos pasos pueden resumirse de la siguiente forma:
5Reconoce en primer lugar que lo que estás experimentando es miedo.
6El miedo procede de una falta de amor.
7El único remedio para la falta de amor es el amor perfecto.
8El amor perfecto es la Expiación.

8.             He subrayado que el milagro -la expresión de la Expiación- ­es siempre un gesto de respeto del que es digno para con otro que también es digno. 2El reconocimiento de esa dignidad lo re­establece la Expiación. 3Resulta obvio, por lo tanto, que cuando tienes miedo, te has colocado a ti mismo en una posición en la que necesitas la Expiación. 4Has actuado sin amor, al haber elegido sin amor. 5Ésta es precisamente la situación para la que se insti­tuyó la Expiación. 6La necesidad del remedio inspiró su estableci­miento. 7Mientras te limites a reconocer únicamente la necesidad del remedio, seguirás teniendo miedo. 8Sin embargo, tan pronto como aceptes el remedio, habrás des-hecho el miedo. 9Así es como tiene lugar la verdadera curación.

9.           Todo el mundo experimenta miedo. 2Sin embargo, no se reque­riría más que una pequeña dosis de recto pensar para que uno pudiese darse cuenta de por qué se produce. 3Son muy pocos los que aprecian el verdadero poder de la mente, y nadie permanece totalmente consciente de él todo el tiempo. 4No obstante, si espe­ras librarte del miedo hay algunas cosas que debes comprender, y comprender plenamente. 5La mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa. 6Nunca duerme. 7Está creando conti­nuamente. 8Es difícil reconocer la oleada de poder que resulta de la combinación de pensamiento y creencia, la cual puede literalmente mover montañas. 9A primera vista parece arrogante creer que posees tal poder, mas no es ésa la verdadera razón de que no lo creas. 10Prefieres creer que tus pensamientos no pueden ejercer ninguna influencia real porque de hecho tienes miedo de ellos. 11Eso puede mitigar la conciencia de culpabilidad, pero a costa de percibir a la mente como impotente. 12Si crees que lo que piensas no tiene ningún efecto, puede que dejes de tenerle miedo, pero es bastante improbable que le tengas respeto. 13No hay pensamien­tos fútiles. 14Todo pensamiento produce forma en algún nivel. 


Video de Mich Gaymard


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