Lección 2 y Texto UCDM
LECCIÓN 2
Le he dado a todo lo que veo en esta habitación [en esta
calle, desde esta ventana, en este lugar] todo el significado que tiene para
mí.
1. Los ejercicios que se deben llevar a cabo con esta idea
son iguales a los de la primera lección. Comienza con las cosas que estén cerca
de ti, y aplica la idea a cualquier cosa en la que tu mirada se pose. Extiende
luego tu campo visual. Gira la cabeza de modo que puedas incluir lo que se
encuentre a ambos lados de ti. Si es posible, da la vuelta y aplica la idea a
lo que se encuentre detrás de ti. Sé tan imparcial como puedas al seleccionar
los objetos a los que vas a aplicar la idea; no te concentres en nada en
particular, ni trates de incluir todo lo que veas en una zona determinada, ya
que eso causaría tensión.
2. Echa simplemente una rápida mirada a tu alrededor,
tratando de evitar la selección de objetos en función de su tamaño, brillantez,
color o material, o de la relativa importancia que tengan para ti. El simple
hecho de ver un objeto lo convierte en tu selección. Trata de aplicar la idea
con la misma facilidad a un cuerpo que a un botón, a una mosca que a un piso, a
un brazo que a una manzana. El único criterio a seguir para aplicar la idea a
algo es simplemente que tus ojos se hayan posado sobre ello. No trates de
incluir nada en particular, pero asegúrate de no excluir nada deliberadamente.
Texto
II. La revelación, el tiempo y los milagros
1. La revelación produce una suspensión completa, aunque temporal,
de la duda y el miedo. Refleja la forma original de comunicación entre Dios y
Sus creaciones, la cual entraña la sensación extremadamente personal de
creación que a veces se busca en las relaciones físicas. La proximidad física
no puede proporcionarla. Los milagros, en cambio, son genuinamente interpersonales
y conducen a un auténtico acercamiento a los demás. La revelación te une
directamente a Dios. Los milagros te unen directamente a tu hermano. Ni la
revelación ni los milagros emanan de la conciencia, aunque ambos se
experimentan en ella. La conciencia es el estado que induce a la acción, aunque
no la inspira. Eres libre de creer lo que quieras, y tus actos dan testimonio
de lo que crees.
2. La revelación es algo intensamente personal y no puede
transmitirse de forma que tenga sentido. De ahí que cualquier intento de
describirla con palabras sea inútil. La revelación induce sólo a la
experiencia. Los milagros, por otra parte, inducen a la acción. Por ahora
resultan más útiles debido a su naturaleza interpersonal. En esta fase del
aprendizaje, obrar milagros es importante porque no se te puede forzar a que te
liberes del miedo. La revelación es literalmente inefable porque es una
experiencia de amor inefable.
3. La reverencia se debe reservar sólo para la revelación, a
la que se puede aplicar perfecta y correctamente. No es una reacción apropiada
hacia los milagros porque un estado de reverencia es un estado de veneración,
lo cual implica que uno de rango inferior se encuentra ante su Creador. Tú eres
una creación perfecta y deberías sentir reverencia solamente en presencia del
Creador de la perfección. El milagro es, por lo tanto, un gesto de amor entre
iguales. Los que son iguales no deben sentir reverencia los unos por los otros,
pues la reverencia implica desigualdad. Por consiguiente, no es una reacción
apropiada hacia mí. Un hermano mayor merece respeto por su mayor experiencia, y
obediencia por su mayor sabiduría. También merece ser amado por ser un hermano,
y devoción si es devoto. Es tan sólo mi devoción por ti lo que me hace merecedor
de la tuya. No hay nada con respecto a mí que tú no puedas alcanzar. No tengo
nada que no proceda de Dios. La diferencia entre nosotros por ahora estriba en
que yo no tengo nada más. Esto me coloca en un estado que en ti es sólo
latente.
4."Nadie viene al Padre sino por mí" no significa
que yo esté en modo alguno separado de ti o que sea diferente, excepto en el
tiempo, y el tiempo no existe realmente. La afirmación tiene más sentido desde
el punto de vista de un eje vertical que de uno horizontal. Tú estás debajo de
mí y yo estoy debajo de Dios. En el proceso de "ascensión" yo estoy
más arriba porque sin mí la distancia entre Dios y el hombre sería demasiado
grande para que tú la pudieses salvar. Yo salvo esa distancia por ser tu
hermano mayor, por un lado, y por el otro, por ser un Hijo de Dios. La devoción
que les profeso a mis hermanos es lo que me ha puesto a cargo de la Filiación,
que completo porque formo parte de ella. Tal vez esto parezca contradecir la
afirmación "Yo y el Padre somos uno"; pero esa afirmación consta de
dos partes en reconocimiento de la mayor grandeza del Padre.
5. Las revelaciones son indirectamente inspiradas por mí
debido a mi proximidad al Espíritu Santo y a que me mantengo alerta para cuando
mis hermanos estén listos para recibir la revelación. De esta manera puedo
obtener para ellos más de lo que ellos podrían obtener para sí mismos. El
Espíritu Santo es el mediador entre la comunicación superior y la inferior, y
mantiene abierto para la revelación el canal directo de Dios hacia ti. La
revelación no es recíproca. Procede de Dios hacia ti, pero no de ti hacia Dios.
6. El milagro reduce al mínimo la necesidad del tiempo. En
el plano longitudinal u horizontal el reconocimiento de la igualdad de los
miembros de la Filiación parece requerir un tiempo casi interminable. El
milagro, no obstante, entraña un cambio súbito de la percepción horizontal a la
vertical. Esto introduce un intervalo del cual tanto el que da como el que
recibe emergen mucho más adelantados en el tiempo de lo que habrían estado de
otra manera. El milagro, pues, tiene la propiedad única de abolir el tiempo en
la medida en que hace innecesario el intervalo de tiempo que abarca. No existe
relación alguna entre el tiempo que un milagro tarda en llevarse a cabo y el
tiempo que abarca.
7. El milagro substituye a un aprendizaje que podría haber
durado miles de años. Lo hace en virtud del reconocimiento implícito de la
perfecta igualdad que existe entre el que da y el que recibe en la que se basa
el milagro. El milagro acorta el tiempo al producir su colapso, eliminando de
esta manera ciertos intervalos dentro del mismo. Hace esto, no obstante, dentro
de la secuencia temporal más amplia.
III. La Expiación y los milagros
1. Yo estoy a cargo del proceso de Expiación, que emprendí
para darle comienzo. Cuando le ofreces un milagro a cualquiera de mis hermanos,
te lo ofreces a ti mismo y me lo ofreces a mí. La razón por la que te lo
ofreces a ti mismo primero es porque yo no necesito milagros para mi propia
Expiación, pero estoy detrás de ti por si fracasas temporalmente. Mi papel en
la Expiación es cancelar todos los errores que de otro modo tú no podrías
corregir. Cuando se te haya restituido la conciencia de tu estado original
pasarás naturalmente a formar parte de la Expiación. A medida que compartas
conmigo mi renuencia a aceptar error alguno en ti o en los demás, te unirás a
la gran cruzada para corregirlos. Escucha mi voz, aprende a deshacerlos y haz
todo lo necesario por corregirlos. Tienes el poder de obrar milagros. Yo
proveeré las oportunidades para obrarlos, pero tú debes estar listo y
dispuesto. El obrarlos trae consigo convicción en la capacidad, ya que la
convicción llega con el logro. La capacidad es el potencial, el lograrlos es su
expresión, y la Expiación -la profesión natural de los Hijos de Dios- es el
propósito.
2. "El Cielo y la tierra pasarán" significa que no
continuarán existiendo como estados separados. Mi palabra, que es la
resurrección y la vida, no pasará porque la vida es eterna. Tú eres la obra de
Dios, y Su obra es totalmente digna de amor y totalmente amorosa. Así es como
el hombre debiera pensar de sí mismo en su corazón, pues eso es lo que
realmente es.
3. Los perdonados son el medio de la Expiación. Al estar
infundidos por el espíritu, perdonan a su vez. Aquellos que han sido liberados
deben unirse para liberar a sus hermanos, pues ése es el plan de la Expiación. Los
milagros son el medio a través del cual las mentes que sirven al Espíritu Santo
se unen a mí para la salvación o liberación de todas las creaciones de Dios.
4. Yo soy el único que puede obrar milagros imparcialmente
porque yo soy la Expiación. Tú tienes un papel en la Expiación que yo te
dictaré. Pregúntame qué milagros debes llevar a cabo. Ello te ahorrará
esfuerzos innecesarios porque estarás actuando bajo comunicación directa. La
naturaleza impersonal del milagro es una característica esencial del mismo, ya
que me permite dirigir su aplicación, y bajo mi dirección los milagros conducen
a la experiencia altamente personal de la revelación. Un guía no controla, pero
sí dirige, dejando a tu discreción el que le sigas o no. No nos dejes caer en
la tentación” significa: "Reconoce tus errores y elige abandonarlos
siguiendo mi dirección."
5. El error no puede amenazar realmente a la verdad, la cual
siempre puede resistirlo. En realidad, sólo el error es vulnerable. Eres libre
de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no puedes sino elegir
acertadamente si recuerdas esto:
El espíritu está eternamente en estado de gracia.
Tu realidad es únicamente espíritu.
Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.
Desde este punto de vista, la Expiación deshace todos los
errores, y de esta forma extirpa las raíces del temor. Cada vez que
experimentas las palabras tranquilizadoras de Dios como una amenaza, es siempre
porque estás defendiendo una lealtad mal situada o desencaminada. Al proyectar
eso sobre otros los aprisionas, pero sólo en la medida en que refuerzas los
errores que ellos ya han cometido. Eso los hace vulnerables a las distorsiones
de los demás, ya que la percepción que tienen de sí mismos está distorsionada. El
que obra milagros tan sólo puede bendecirlos, lo cual desvanece sus
distorsiones y los libera de su prisión.
6. Respondes a lo que percibes, y tal como percibas así te
comportarás. La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú
quisieras que ellos se comportasen contigo. Esto significa que tanto la
percepción que tienes de ti como la que tienes de ellos debe ser fidedigna. La
Regla de Oro es la norma del comportamiento apropiado. Tú no puedes comportarte
de manera apropiada a menos que percibas correctamente. Dado que tú y tu
prójimo sois miembros de una misma familia en la que gozáis de igual rango, tal
como te percibas a ti mismo y tal como lo percibas a él así te comportarás
contigo mismo y con él. Debes mirar desde la percepción de tu propia santidad a
la santidad de los demás.
7. Los milagros se dan en la mente que está lista para
ellos. Dicha mente, al estar unida, se extiende a todos aun cuando el que obra
milagros no se dé cuenta de ello. La naturaleza impersonal del milagro se debe
a que la Expiación en sí es una, lo cual une a todo lo creado con su Creador. Como
expresión de lo que verdaderamente eres, el milagro sitúa a la mente en un
estado de gracia. La mente, entonces, naturalmente da la bienvenida tanto al
Huésped interno como al desconocido externo. Al invitar adentro al desconocido,
éste se convierte en tu hermano.
8. El hecho de que el milagro pueda tener efectos en tus
hermanos de los que ni siquiera eres consciente no debe preocuparte. El milagro
siempre te bendecirá. Los milagros que no se te ha pedido que hagas no dejan de
tener valor. Siguen siendo expresiones de tu estado de gracia, pero dado mi
absoluto conocimiento del plan en su totalidad, yo debo controlar su ejecución.
La naturaleza impersonal de la mentalidad milagrosa asegura tu gracia, pero
sólo yo estoy en posición de saber dónde pueden concederse.
9. Los milagros son selectivos únicamente en el sentido de
que se canalizan hacia aquellos que los pueden usar en beneficio propio. Puesto
que esto hace que sea inevitable el que los extiendan a otros, se suelda una
fuerte cadena de Expiación. Esta selectividad, sin embargo, no toma en cuenta
la magnitud del milagro mismo, ya que el concepto de tamaño existe en un plano
que de por sí es irreal. Dado que el milagro tiene como objeto restablecer la
conciencia de la realidad, no sería eficaz si estuviese limitado por las leyes
que gobiernan el error que tiene como objeto corregir.
Video de Mich Gaymard
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