Lección 95 y Texto UCDM

LECCIÓN 95


Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

1. La idea de hoy te describe exactamente tal como Dios te creó. 2Eres uno solo contigo mismo y uno solo con Él. 3Tuya es la uni­dad de toda la creación. 4Tu perfecta unidad hace que cualquier cambio en ti sea imposible. 5No aceptas esto, ni te das cuenta de que no puede sino ser verdad, debido únicamente a que crees que ya has efectuado un cambio en ti.

2. Crees ser una ridícula parodia de la creación de Dios: débil, perverso, lleno de fealdad y de pecado, abatido por la miseria y agobiado por el dolor. 2Tal es la versión que tienes de ti mismo: un ser dividido en muchas partes conflictivas y separadas de Dios que a duras penas se mantienen unidas por su errático y capri­choso hacedor, a quien rezas. 3Él no oye tus rezos, pues es sordo. 4No ve tu unidad, pues es ciego. 5No entiende que tú eres el Hijo de Dios, pues es insensato y no comprende nada.

3. Hoy trataremos de ser conscientes únicamente de lo que puede oír y ver, y tiene perfecto sentido. 2Una vez más, la meta de nues­tros ejercicios será llegar hasta tu único Ser, el Cual está unido a Su Creador. 3Lleno de paciencia y esperanza, hoy volveremos a tratar de llegar hasta Él.

4. Dedicar los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia a practicar la idea del día te ofrece ciertas ventajas en la etapa de aprendizaje en la que te encuentras ahora. 2Es muy difícil a estas alturas evitar que la mente divague si se la somete a largos perío­dos de práctica. 3Seguramente ya te habrás percatado de esto. 4Has visto cuán grande es tu falta de disciplina mental y la nece­sidad que tienes de entrenar a tu mente. 5Es necesario que reco­nozcas esto, pues ciertamente es un obstáculo para tu progreso.

5. Las sesiones de práctica más cortas y más frecuentes te ofrecen otras ventajas en este momento. 2Además de haber reconocido cuán difícil te resulta mantener tu atención fija por largos interva­los, tienes también que haber notado que, a no ser que se te recuerde frecuentemente tu propósito, tiendes a olvidarte de él por largos períodos de tiempo. 3A menudo te olvidas de llevar a cabo las aplicaciones cortas de la idea del día, y aún no has for­mado el hábito de utilizar la idea como respuesta automática a cualquier tentación.

6. Es necesario, pues, que, a estas alturas, dispongas de cierta estructura en la que se incluyen recordatorios frecuentes de tu objetivo e intentos regulares de alcanzarlo. 2La regularidad en cuanto al horario, no es el requisito ideal para la forma más bene­ficiosa de practicar la salvación. 3Es algo ventajoso, no obstante, para aquellos cuya motivación es inconsistente y cuyas defensas contra el aprendizaje son todavía muy fuertes.

7. Continuaremos, por lo tanto, con nuestras sesiones de práctica de cinco minutos cada hora por algún tiempo, y se te exhorta a que omitas las menos posibles. 2Utilizar los primeros cinco minu­tos de cada hora te resultará especialmente útil, ya que ello impone una estructura más firme. 3No obstante, no utilices tus desviaciones de este horario como una excusa para no volver a adherirte a él tan pronto como puedas. 4Puede que te sientas ten­tado de considerar el día como perdido simplemente porque dejaste de hacer lo que se requería de ti. 5Esto, no obstante, se debe reconocer sencillamente como lo que es: una renuencia por tu parte a permitir que el error sea corregido y una falta de buena voluntad para tratar de nuevo.

8. Tus errores no pueden hacer que el Espíritu Santo se demore en impartir Sus enseñanzas. 2Sólo tu renuencia a desprenderte de ellos puede hacerlo. 3Resolvamos, por consiguiente, especial­mente durante los próximos siete u ocho días, estar dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos nuestra falta de diligencia y el no seguir al pie de la letra las instrucciones que se nos dan para prac­ticar la idea del día. 4Esta tolerancia con la debilidad nos permitirá pasarla por alto, en lugar de otorgarle el poder de demorar nues­tro aprendizaje. 5Si le otorgarnos ese poder, creeremos que es for­taleza, y estaremos confundiendo la fortaleza con la debilidad.

9. Cuando no cumples con los requisitos de este curso, estás sim­plemente cometiendo un error. 2Y lo único que ello requiere es corrección. 3Permitir que el error siga repitiéndose es cometer errores adicionales, que se basan en el primero y que lo refuer­zan. 4Éste es el proceso que debes dejar a un lado, pues no es sino otra manera de defender las ilusiones contra la verdad.

10. Deja atrás todos estos errores reconociéndolos simplemente como lo que son: 2intentos de mantener alejado de tu conciencia el hecho de que eres un solo Ser, unido a tu Creador, uno con cada aspecto de la creación y dotado de una paz y un poder infinitos. 3Esto es la verdad y nada más lo es. 4Hoy volveremos a afirmar esta verdad y a tratar de llegar a aquel lugar en ti donde no existe la menor duda de que sólo eso es verdad.

11. Comienza las sesiones de práctica de hoy con la siguiente garantía y ofrécesela a tu mente con toda la certeza de que pue­das hacer acopio:

2Soy un solo Ser, unido a mi Creador, uno con cada aspecto de la creación, dotado de una paz y un poder infinitos.

3Luego cierra los ojos y repítela otra vez para tus adentros, lenta­mente y a conciencia, tratando de dejar que el significado de las palabras penetre en tu mente y reemplace todas tus ideas falsas:

4Soy un solo Ser.

5Repite esto varias veces y luego trata de experimentar lo que las palabras quieren decir.

12. Eres un solo Ser, unificado y a salvo en la luz, la dicha y la paz. 2Eres el Hijo de Dios, un solo Ser, con un solo Creador y un solo objetivo: brindar a todas las mentes la conciencia de esta unidad, de manera que la verdadera creación pueda extender la Totali­dad y Unidad de Dios. 3Eres un solo Ser, completo, sano y pleno, con el poder de levantar el velo de tinieblas que se abate sobre el mundo y dejar que la luz que mora en ti resplandezca a fin de enseñarle a éste la verdad de lo que eres.

13. Eres un solo Ser, en perfecta armonía con todo lo que existe y con todo lo que jamás existirá. 2Eres un solo Ser, el santo Hijo de Dios, unido a tus hermanos en ese Ser y unido a tu Padre en Su Voluntad. 3Siente a este único Ser en ti, y deja que Su resplandor disipe todas tus ilusiones y dudas. 4Éste es tu Ser, el Hijo de Dios Mismo, impecable como Su Creador, Cuya fortaleza mora en ti y Cuyo Amor es eternamente tuyo. 5Eres un solo Ser, y se te ha concedido poder sentir este Ser dentro de ti y expulsar todas tus ilusiones fuera de la única Mente que es ese Ser, la santa verdad en ti.

14. No te olvides hoy. 2Necesitamos tu ayuda, el pequeño papel que te corresponde desempeñar para brindar felicidad a todo el mundo. 3Y el Cielo te contempla sabiendo que hoy vas a inten­tarlo. 4Comparte, por lo tanto, su certeza con él, pues es tuya. 5Mantente alerta. 6No te olvides hoy. 7Recuerda tu objetivo a lo largo del día. 8Repite la idea de hoy tan a menudo como puedas, comprendiendo que cada vez que lo haces, alguien oye la voz de la esperanza, el alborear de la verdad en su mente y el sereno batir de las alas de la paz.

15. Tu propio reconocimiento de que eres un solo Ser, unido a tu Padre, es un llamamiento a todo el mundo para que se una a ti. 2Asegúrate de extender la promesa de la idea de hoy a todo aquel con quien te encuentres en este día diciéndole:

3Tú y yo somos un solo Ser, unidos con nuestro Creador en este Ser.
4Te honro por razón de lo que soy, y de lo que es Aquel que nos ama a ambos cual uno solo.

Texto

IX. La nube de culpabilidad

1. La culpabilidad sigue siendo lo único que oculta al Padre, pues la culpabilidad es el ataque que se comete contra Su Hijo. 2Los que se sienten culpables siempre condenan, y una vez que han conde­nado lo siguen haciendo, vinculando el futuro al pasado tal como estipula la ley del ego. 3Guardarle fidelidad a esta ley impide el paso de la luz, pues exige que se le guarde fidelidad a la oscuri­dad y prohíbe el despertar. 4Las leyes del ego son estrictas y cual­quier violación se castiga severamente. 5Por lo tanto, no obedezcas sus leyes, pues son las leyes del castigo. 6Y aquellos que las acatan creen que son culpables y, por lo tanto, no pueden sino condenar. 7Las leyes de Dios tienen que intervenir entre el futuro y el pasado para que puedas liberarte: 8La Expiación se alza entre ellos, como una lámpara que resplandece con tal fulgor, que la cadena de os­curidad a la que te ataste a ti mismo desaparece.

2. Librarse uno de la culpabilidad es lo que deshace completa­mente al ego. 2No hagas de nadie un ser temible, pues su culpabilidad es la tuya, .y al obedecer las severas órdenes del ego, atraerás su condena sobre ti mismo y no podrás escapar del castigo que él inflige a los que las obedecen. 3El ego premia la fidelidad que se le guarda con dolor, pues tener fe en él es dolor. 4Y la fe sólo se puede recompensar en función de la creencia en la que se depositó. 5La fe le infunde poder a la creencia, y dónde se deposita dicha fe es lo que determina la recompensa, 6pues la fe siempre se deposita en lo que se valora, y lo que valoras se te devuelve.

3. El mundo te puede dar únicamente lo que tú le diste, pues al no ser otra cosa que tu propia proyección, no tiene ningún signi­ficado aparte del que tú viste en él, y en el que depositaste tu fe. 2Sé fiel a la oscuridad y no podrás ver porque tu fe será recom­pensada tal corno la diste. 3Aceptarás tu tesoro, y si depositas tu fe en el pasado, el futuro será igual. 4Cualquier cosa que tienes en gran estima la consideras tuya. 5El poder que le otorgas al atri­buirle valor hace que sea así.

4. La Expiación conlleva una re-evaluación de todo lo que tienes en gran estima, pues es el medio a través del cual el Espíritu Santo puede separar lo falso de lo verdadero, lo cual has acep­tado en tu mente sin hacer ninguna distinción entre ambos. 2No puedes, por lo tanto, valorar lo uno sin lo otro, y la culpabilidad se ha convertido en algo tan real para ti cómo la inocencia. 3Tú no crees que el Hijo de Dios es inocente porque ves el pasado, pero no lo ves a él. 4Cuando condenas a un hermano estás diciendo: "Yo que soy culpable elijo seguir siéndolo". 5Has negado su liber­tad, y al hacer eso, has negado el testigo de la tuya. 6Con igual facilidad podías haberlo liberado del pasado y haber eliminado de su mente la nube de culpabilidad que lo encadena a él. 7Y en su libertad habrías encontrado la tuya.

5. No lo condenes por su culpabilidad, pues su culpabilidad reside en el pensamiento secreto de que él te ha hecho lo mismo a ti. 2¿Le enseñarías entonces que su desvarío, es real? 3La idea de que el inocente Hijo de Dios puede atacarse a sí mismo y decla­rarse culpable es una locura. 4No creas esto de nadie, en ninguna forma, 5pues la condenación y el pecado son lo mismo, y creer en uno es tener fe en el otro, lo cual invita al castigo en lugar de al amor. 6Nada puede justificar la demencia, y pedir que se te casti­gue no puede sino ser una locura.

6. Por consiguiente, no consideres a nadie culpable y te estarás afirmando a ti mismo la verdad de tu inocencia. 2Cada vez que condenas al Hijo de Dios te convences a ti mismo de tu propia culpabilidad. 3Si quieres que el Espíritu Santo te libere de ella, acepta Su oferta de Expiación para todos tus hermanos. 4Pues así es como aprendes que es verdad para ti. 5Nunca te olvides de que es imposible condenar al Hijo de Dios parcialmente. 6Los que consideras culpables se convierten en los testigos de tu culpabilidad, y es en ti donde la verás, pues estará ahí hasta que sea des-hecha. 7La culpabilidad se encuentra siempre en tu mente, la cual se ha condenado a sí misma. 8No sigas proyectando culpabilidad, pues mientras lo hagas no podrá ser deshecha. 9Cada vez que liberas a un hermano de su culpabilidad, grande es el júbilo en el Cielo, donde los testigos de tu paternidad se regocijan.

7. La culpabilidad te ciega, pues no podrás ver la luz mientras sigas viendo una sola mancha de culpabilidad dentro de ti. 2Y al proyectarla, el mundo te parecerá tenebroso y estar envuelto en ella. 3Arrojas un oscuro velo sobre él, y así no lo puedes ver porque no puedes mirar en tu interior. 4Tienes miedo de lo que verías, pero lo que temes ver no está ahí. 5Aquello de lo que tienes miedo ha desaparecido. 6Si mirases en tu interior, verías solamente la Expiación, resplandeciendo serenamente y en paz sobre el altar a tu Padre.

8. No tengas miedo de mirar en tu interior. 2El ego te dice que lo único que hay dentro de ti es la negrura de la culpabilidad, y te exhorta a que no mires. 3En lugar de eso, te insta a que contemples a tus hermanos y veas la culpabilidad en ellos. 4Mas no puedes hacer eso sin condenarte a seguir estando ciego, 5pues aquellos que ven a sus hermanos en las tinieblas, y los declaran culpables en las tinieblas en las que los envuelven, tienen demasiado miedo de mirar a la luz interna. 6Dentro de ti no se encuentra lo que crees que está ahí, y en lo que has depositado tu fe. 7Dentro de ti está la santa señal de la perfecta fe que tu Padre tiene en ti. 8Tu Padre no te evalúa como tú te evalúas a ti mismo. 9Él se conoce a Sí Mismo, y conoce la verdad que mora en ti. 10Sabe que no hay diferencia alguna entre Él y dicha verdad, pues Él no sabe de diferencias.
¿Puedes acaso ver culpabilidad allí donde Dios sabe que hay perfecta inocencia? 12Puedes negar Su conocimiento, pero no lo puedes alterar. 13Contempla, pues, la luz que Él puso dentro de ti, y date cuenta de que lo que temías encontrar ahí, ha sido reempla­zado por el amor.


Video de Mich Gaymard




Entradas populares de este blog

Los septenios en la vida del ser humano (Biografía Humana según la Antroposofía)- Primera Parte

Biodescodificación- Aparato genital masculino

¿Qué es el Coaching Somático?