Lección 104 y Texto UCDM
LECCIÓN
104
Busco únicamente lo que en
verdad me pertenece.
1. La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son
sueños vanos. 2Tienes derecho a ellos por razón de lo que eres. 3Te
llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Él dispone. 4Pero
primero tiene que haberse preparado un lugar donde recibir Sus dones. 5Pues
éstos no son bien acogidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella
misma fabricó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar.
2. Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos
hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los dones de
Dios les corresponde estar. 2Sus dones son los que en verdad son
nuestros. 3Sus dones son los que heredamos desde antes de que el
tiempo comenzara, y los que seguirán siendo nuestros después de que el tiempo
haya pasado a ser eternidad. 4Sus dones son los que se encuentran en
nosotros ahora, pues son intemporales. 5Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. 6Son nuestros
hoy.
3. Elegimos, por lo tanto, tenerlos ahora,
sabiendo que al elegirlos en lugar de lo que nosotros mismos hemos fabricado,
no estamos sino uniendo nuestra voluntad a la de Dios y reconociendo que ambas
disponen lo mismo. 2Nuestros períodos de práctica más prolongados de
hoy, los cinco minutos que cada hora le dedicamos a la verdad para tu
salvación, deben comenzar con lo siguiente:
3Busco
únicamente lo que en verdad me pertenece, y la dicha y la paz son mi herencia.
4Deja a un lado entonces los conflictos mundanos
que ofrecen otros regalos y otros objetivos que sólo pueden perseguirse en un
mundo de sueños y que se componen de ilusiones, de las cuales dan testimonio.
4. Dejamos todo esto a un lado y, en su lugar,
buscamos aquello que verdaderamente es nuestro cuando pedimos poder reconocer
lo que Dios nos ha dado. 2Despejamos en nuestras mentes un santo
lugar ante Su Altar, en el que Sus dones de paz y felicidad son bien recibidos
y al que venimos a encontrar lo que Él nos ha dado. 3Venimos llenos
de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos
pertenece. 4Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos
pertenezca.
5. De esta manera, despejamos hoy el camino para
Él, al reconocer simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha
y la paz nos pertenecen por ser Sus eternos dones. 2No nos
permitiremos perderlos de vista entre cada uno de los períodos en que venimos a
buscarlos allí donde Él los depositó. 3Traeremos a la memoria el
siguiente recordatorio tan a menudo como podamos:
4Busco
únicamente lo que en verdad me pertenece.
5Lo único
que quiero son los dones de dicha y paz de Dios.
Texto
VIII.
El santo lugar de encuentro
1. Has escondido en las tinieblas,
la gloria que Dios te dio, así como el poder con que Él dotó a Su inocente
Hijo. 2Todo ello yace oculto en cada rincón tenebroso, envuelto en
culpabilidad y en la oscura negación de la inocencia. 3Detrás de las
sombrías puertas que has cerrado no hay nada porque no hay nada que pueda
opacar el regalo de Dios. 4El que las hayas cerrado es lo que te
impide reconocer el poder de Dios que refulge en ti. 5No destierres
el poder de tu mente, sino permite que todo lo que oculta tu gloria sea llevado
ante el juicio del Espíritu Santo para que allí quede disuelto. 6Todo
aquel a quien Él quiere salvar para la gloria es salvado para ella. 7El
le prometió al Padre que tú serías liberado de la pequeñez y llevado a la
gloria a través Suyo. 8Él es completamente fiel a lo que le prometió
a Dios, pues comparte con Él la promesa que se le dio para que la compartiese
contigo.
2. Él aún la comparte, para tu
beneficio. 2Cualquier otra cosa que te prometa algo diferente, sea
grande o pequeño, de mucho o poco valor, Él lo reemplazará con la única promesa
que se le dio para que la depositara sobre el altar a tu Padre y a Su Hijo. 3No
hay ningún altar a Dios que no incluya a Su Hijo. 4Y cualquier cosa que se lleve ante
dicho altar que no sea igualmente digna de Ambos, será reemplazada por regalos
que sean completamente aceptables tanto para el Padre como para el Hijo. 5¿Puedes
acaso ofrecerle culpabilidad a Dios? 6No puedes, entonces,
ofrecérsela a Su Hijo. 7Pues Ellos no están separados, y los regalos
que se le hacen a uno, se le hacen al otro. 8No conoces a Dios
porque desconoces esto. 9Y, sin embargo, conoces a Dios y también
sabes esto. 10Todo ello se encuentra a salvo dentro de ti, allí
donde refulge el Espíritu Santo. 11Y Él no refulge donde hay
división, sino en el lugar de encuentro donde Dios, unido a Su Hijo le habla a
Su Hijo a través de Él. 12La comunicación entre lo que no puede ser
divido no puede cesar. 13En ti y en el Espíritu Santo reside el
santo lugar de encuentro del Padre y del Hijo, Quienes jamás han estado
separados. 14Ahí no es posible ninguna clase de interferencia en la
comunicación que Dios Mismo ha dispuesto tener con Su Hijo. 15El
amor fluye constantemente entre Padre e Hijo sin interrupciones ni hiatos tal
como Ambos disponen que sea. 16Y por lo tanto, así es.
3. No dejes que tu mente vague por corredores sombríos, lejos del centro
de la luz. 2Tú y tu hermano podéis elegir extraviaros, pero sólo os
podéis volver a unir a través del Guía que se os ha proporcionado. 3Él
te conducirá sin duda alguna allí donde Dios y Su Hijo esperan tu
reconocimiento de Ellos. 4Ellos están unidos en el propósito de
darte el regalo de unidad ante el cual toda separación desaparece. 5Únete
a lo que eres. 6No puedes unirte a nada, excepto a la realidad. 7La
gloria de Dios y de Su Hijo es ciertamente tuya. 8Ellos no tienen
opuesto, y no hay nada más que puedas otorgarte a ti mismo.
4. No existe substituto para la verdad. 2Y la verdad hará que esto resulte
evidente para ti a medida que se te conduzca al lugar donde has de encontrarte
con ella. 3Y se te conducirá allí mediante una dulce comprensión que no te puede
conducir a ninguna otra parte. 4Donde Dios está, allí estás tú. 5Ésa
es la verdad. 6Nada puede convertir el conocimiento que Dios te dio
en falta de conocimiento. 7Todo lo que Dios creó conoce a su
Creador. 8Pues así es como el Creador y Sus creaciones crean la
creación. 9En el santo lugar de encuentro el Padre y Sus creaciones
están unidos, y junto con ellos lo están también las creaciones de Su Hijo. 10Hay
un solo eslabón que los une a todos y los mantiene en la unidad desde la cual
tiene lugar la creación.
5. El eslabón a través del que el Padre se une a quienes Él da el poder
de crear jamás puede ser destruido. 2El Cielo en sí es la unión de toda
la creación consigo misma, y con su único Creador. 3Y el Cielo sigue
siendo lo que la Voluntad de Dios dispone para ti. 4No deposites
ninguna otra ofrenda sobre tus altares, pues no hay nada que pueda coexistir
con el Cielo. 5Ahí tus insignificantes ofrendas se depositan junto
al regalo de Dios, y sólo lo que es digno del Padre es aceptado por el Hijo, a
quien va destinado. 6A quien Dios se da a Sí Mismo, Dios se ha dado.
7Tus insignificantes ofrendas desaparecerán del altar donde Él ha
depositado la Suya Propia.