Lección 116 y Texto UCDM
LECCIÓN 116
Para los repasos de mañana y
noche:
1. (101) La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.
2La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.
3Lo único que me puede hacer sufrir es la creencia de que hay otra
voluntad aparte de la Suya.
2. (102) Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.
2Comparto lo que la
Voluntad de mi Padre dispone para mí, Su Hijo.
3Lo que Él me ha dado es lo único
que quiero.
4Lo que Él me ha dado es lo único
que existe.
2La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.
3Media hora más tarde:
4Comparto con Dios Su Voluntad
de que yo sea feliz.
Texto
X. La hora del renacer
1. Mientras estés en el tiempo, tendrás el poder de demorar la perfecta
unión que existe entre Padre e Hijo. 2Pues en este mundo, la
atracción de la culpabilidad se interpone entre ellos. 3En la
eternidad, ni
el tiempo ni las estaciones del
año tienen significado alguno. 4Pero aquí, la función del Espíritu
Santo es valerse de ambas cosas, mas no como lo hace el ego. 5Ésta
es la temporada en la que se celebra mi nacimiento en el mundo. 6Más
no sabes cómo celebrarlo. 7Deja que el Espíritu Santo te enseñe, y
déjame celebrar tu nacimiento a través
dé Él. 8El único regalo que puedo aceptar de ti es el regalo que yo
te hice. 9Libérame tal como yo elijo liberarte a ti: 10Celebramos la hora de Cristo
juntos, pues ésta no significa nada si estamos separados.
2. El instante santo es verdaderamente la hora
de Cristo. 2Pues en
ese instante liberador, no se culpa al Hijo de Dios por nada
y, de esta manera, se le restituye su poder ilimitado. 3¿Qué otro
regalo puedes ofrecerme cuando yo elijo
ofrecerte sólo éste? 4Verme a mí es verme en todo el
mundo y ofrecerles a todos el regalo que me ofreces a mí. 5Soy tan incapaz de recibir sacrificios como lo es
Dios, y todo sacrificio que te exiges a ti mismo me lo exiges a mí también. 6Debes
reconocer que cualquier clase de sacrificio no es sino una limitación que se le
impone al acto de dar. 7Y mediante esa limitación limitas la
aceptación del regalo que yo te ofrezco.
3. Nosotros que somos uno, no podemos dar por separado. 2Cuando
estés, dispuesto a reconocer que nuestra relación es real, la culpabilidad
dejará de ejercer atracción sobre ti. 3Pues en nuestra unión
aceptarás a todos nuestros hermanos. 4Nací con el solo propósito de
dar el regalo de la unión. 5Dámelo a mí, para que así puedas
disponer de él. 6La hora de Cristo es la hora señalada para el
regalo de la libertad que se le ofrece a todo el mundo. 7Y al tú aceptarla, se la ofreces
a todos.
4. En tus manos está hacer que esta época del año
sea santa, pues en tus manos está hacer que la hora de Cristo tenga lugar
ahora. 2Es posible hacer
esto de inmediato, pues lo único que ello requiere es un cambio de percepción, ya que únicamente
cometiste un error. 3Parecen haber sido muchos, pero todos ellos
son en realidad el mismo. 4Pues aunque el ego se manifiesta de
muchas formas, es siempre la expresión de una misma idea: 5lo que no es amor es siempre miedo, y nada más que
miedo.
5. No es
necesario seguir al miedo por todas las tortuosas rutas subterráneas en las que
se oculta en la oscuridad, para luego emerger en formas muy diferentes de lo
que es. 2Pero sí es necesario examinar cada una de ellas
mientras aún conserves el principio que las gobierna a todas. 3Cuando
estés dispuesto a considerarlas, no como manifestaciones independientes, sino
como diferentes expresiones de una misma idea, la cual ya no deseas,
desaparecerán al unísono. 4La idea es simplemente ésta: crees que es
posible ser anfitrión del ego o rehén de Dios. 5Éstas son las opciones que crees
tener ante ti, y crees asimismo que tu decisión tiene que ser entre una y otra.
6No ves otras alternativas, pues no puedes aceptar el
hecho de que el sacrificio no aporta nada. 7El sacrificio es un
elemento tan esencial en tu sistema de pensamiento, que la idea de
salvación sin tener que hacer algún sacrificio no significa nada para ti. 8Tu
confusión entre lo que es el sacrificio y lo que es el amor es tan aguda que te resulta imposible
concebir el amor sin sacrificio. 9Y de lo que debes darte cuenta es de lo
siguiente: el sacrificio no es amor sino ataque. 10Sólo con que aceptases esta idea, tu miedo al amor desaparecería. 11Una
vez que se ha eliminado la idea del sacrificio ya no podrá seguir habiendo
culpabilidad. 12Pues si hay sacrificio, alguien siempre tiene que
pagar para que alguien gane. 13Y la única cuestión pendiente es a qué
precio y a cambio de qué.
6. Como
anfitrión del ego, crees que puedes descargar toda tu culpabilidad siempre que
así lo desees, y de esta manera comprar paz. 2Y no pareces ser tú el que paga. 3Y aunque
si bien es obvio que el ego exige un pago, nunca parece que es a ti a quien se
lo exige. 4No estás dispuesto a reconocer que el
ego, a quien tú invitaste, traiciona únicamente a los que creen ser su
anfitrión. 5El ego nunca te permitirá percibir esto, ya que este
reconocimiento lo dejaría sin hogar. 6Pues cuando este
reconocimiento alboree claramente, ninguna apariencia que el ego adopte para
ocultarse de tu vista te podrá engañar. 7Toda apariencia será
reconocida tan sólo como una máscara de la única idea que se oculta tras todas
ellas: que el amor exige sacrificio, y es, por lo tanto, inseparable del
ataque y del miedo. 8Y que la culpabilidad es el costo del amor, el
cual tiene que pagarse con miedo.
7. ¡Cuán temible, pues, se ha vuelto Dios para ti! a¡Y
cuán grande es el sacrificio que crees que exige Su amor! 2Pues amar
totalmente supondría un sacrificio total. 3Y de este modo, el ego
parece exigirte menos que Dios, y de entre estos dos males lo consideras el
menor: a uno de ellos tal vez se le deba temer un poco, pero al otro, a ése hay
que destruirlo. 4Pues consideras que el amor es destructivo, y lo
único que te preguntas es: ¿quién va a ser destruido, tú u otro? 5Buscas
la respuesta a esta pregunta en tus relaciones especiales, en las que en parte
pareces ser destructor y en parte destruido, aunque incapaz de ser una u otra
cosa completamente. 6Y crees que
esto te salva de Dios, Cuyo absoluto Amor te destruiría completamente.
8. Crees que todo el mundo exige algún sacrificio de
ti, pero no te das cuenta de que eres tú el único que exige sacrificios, y
únicamente de ti mismo. 2Exigir sacrificios, no obstante, es algo
tan brutal y tan temible que no puedes aceptar dónde se encuentra dicha
exigencia. 3El verdadero costo de no aceptar este hecho ha sido tan
grande que, antes que mirarlo de frente, has preferido renunciar a
Dios. 4Pues si Dios te exigiese un sacrificio total, parecería
menos peligroso proyectarlo a Él al exterior y alejarlo de ti, que ser Su
anfitrión. 5A Él le atribuiste la traición del ego, e invitaste a
éste a ocupar Su lugar para que te protegiese de Él. 6Y no te das cuenta
de que a lo que le abriste las puertas es precisamente lo que te quiere
destruir y lo que exige que te sacrifiques totalmente. 7Ningún
sacrificio parcial puede aplacar a este cruel invitado, pues es un invasor que
tan sólo aparenta ser bondadoso, pero siempre con vistas a hacer que el
sacrificio sea total.
9. No lograrás
ser un rehén parcial del ego, pues él
no cumple sus promesas y te desposeerá de todo. 2Tampoco puedes ser
su anfitrión sólo en parte. 3Tienes que elegir entre la libertad
absoluta y la esclavitud absoluta, pues éstas son las únicas alternativas que
existen. 4Has intentado transigir miles de veces a fin de evitar
reconocer la única alternativa por la que te tienes que decidir. 5Sin
embargo, reconocer esta alternativa tal
como es, es lo que hace que elegirla sea tan fácil. 6La
salvación es simple, por ser de Dios, y es, por lo tanto, muy fácil de
entender. 7No trates de proyectarla y verla como algo que se
encuentra en el exterior. 8En ti se encuentran tanto la pregunta
como la respuesta, lo que te exige sacrificio así como la paz de Dios.
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