Lección 87 y Texto UCDM
LECCIÓN 87
Nuestro repaso de hoy abarcará
estas ideas:
1. (73) Mi voluntad es
que haya luz.
2Hoy haré uso
del poder de mi voluntad. 3No es mi voluntad andar a tientas en la
oscuridad, temeroso de las sombras y amedrentado por cosas invisibles e
irreales. 4La luz será mi guía hoy. 5La seguiré a donde
me lleve, y contemplaré únicamente lo que me muestre. 6Éste será el
día en que experimentaré la paz de la verdadera percepción.
2. Las siguientes variaciones de
esta idea pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:
2Esto no puede
ocultar la luz que es mi voluntad ver.
3(Nombre], estás
en la luz junto conmigo.
4En la luz esto
se verá de otra manera.
3. (74) No hay más
voluntad que la de Dios.
2Estoy a salvo
hoy porque no hay más voluntad que la de Dios. 3Siento miedo sólo
cuando creo que hay otra voluntad. 4Trato de atacar únicamente
cuando tengo miedo, y sólo cuando trato de atacar puedo creer que mi eterna
seguridad se ve amenazada. 5Hoy reconoceré que nada de esto ha
ocurrido. 6Estoy a salvo porque no hay más voluntad que la de Dios.
4. Las siguientes son algunas
variaciones de la idea que pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:
2Permítaseme
percibir esto en conformidad con la Voluntad de Dios.
3La Voluntad de
Dios, así como la mía, es que tú, [nombre], seas Su Hijo.
4Esto es parte
de lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para mí, independientemente de cómo
yo lo vea.
Texto
I. Inocencia e invulnerabilidad
1. Dije anteriormente
que el Espíritu Santo comparte el objetivo de todos los buenos maestros, cuya
meta final es hacerse innecesarios al enseñarles a sus alumnos todo lo que
ellos saben. 2Eso es lo único que el Espíritu Santo desea, pues dado
que comparte el Amor del Padre por Su Hijo, intenta eliminar de la mente de
éste toda traza de culpabilidad para que así pueda recordar a su Padre en paz. 3La
paz y la culpabilidad son conceptos antitéticos, y al Padre sólo se le puede
recordar estando en paz. 4El amor y
la culpabilidad no pueden coexistir, y aceptar uno supone negar el
otro. 5La culpabilidad te impide ver a Cristo, pues es la negación
de la irreprochabilidad del Hijo de Dios.
2. En el extraño
mundo que has fabricado el Hijo de Dios ha pecado. 2¿Cómo, entonces
ibas a poder verlo? 3Al hacerlo invisible, surgió el mundo del
castigo procedente de la tenebrosa nube de culpabilidad que aceptaste, y que en
tanta estima tienes. 4Pues la
irreprochabilidad de Cristo es la
prueba de que el ego jamás existió, ni jamás podrá existir. 5Sin
culpabilidad, el ego no tiene vida, y el Hijo de Dios está libre
de toda culpa.
3. Al examinarte a ti mismo y
juzgar honestamente tus acciones, puede que sientas la tentación de preguntarte
cómo es posible que puedas estar libre de culpa. 2Mas ten en cuenta
lo siguiente: no es en el tiempo donde no eres culpable, sino en la eternidad.
3Has "pecado" en el pasado, pero el pasado no existe. 4Lo
que es siempre no tiene
dirección. 5El tiempo parece ir en una dirección, pero cuando
llegues a su final, se enrollará hacia el pasado como una gran alfombra
extendida detrás de ti, y desaparecerá. 6Mientras sigas creyendo
que el Hijo de Dios es culpable seguirás caminando a lo largo de esa
alfombra, creyendo que conduce a la muerte. 7Y la jornada parecerá
larga, cruel y absurda, pues en efecto, lo es.
4. El viaje en que
el Hijo de Dios se ha embarcado es en verdad inútil, pero el viaje en el que su
Padre le embarca es un viaje de liberación y dicha. 2El Padre
no es cruel, y Su Hijo no puede herirse a sí mismo. 3La venganza que
teme y que ve, nunca recaerá sobre él, pues aunque cree en ella, el Espíritu
Santo sabe que no es verdad. 4El Espíritu Santo se encuentra al
final del tiempo que es donde tú debes estar, puesto que Él está contigo. 5Él
ya ha des-hecho todo lo que es indigno
del Hijo de Dios, pues ésa fue la misión que Dios le dio. 6Y
lo que Dios da, siempre ha sido.
5. Me verás a
medida que aprendas que el Hijo de Dios es inocente. 2Él siempre
anduvo en busca de su inocencia, y la ha encontrado. 3Pues cada
cual está tratando de escapar de la prisión que ha construido, y no se le niega
la manera de encontrar la liberación. 4Puesto que reside en él, la
ha encontrado. 5Cuándo ha de encontrarla es sólo cuestión de tiempo, y el tiempo no es sino una
ilusión. 6Pues el Hijo de Dios es inocente ahora, y el fulgor de su
pureza resplandece incólume para siempre en la Mente de Dios. 7El
Hijo de Dios será siempre tal como fue creado. 8Niega tu mundo y no
juzgues al Hijo de Dios, pues su eterna inocencia se encuentra en la Mente de
su Padre y lo protege para siempre.
6. Cuando hayas
aceptado la Expiación, te darás cuenta de que no hay culpabilidad alguna en el
Hijo de Dios. 2Y sólo cuando veas su inocencia podrás
entender su unicidad*.
3Pues la idea de la culpabilidad da lugar a la creencia de que
algunas personas pueden condenar a otras, como resultado de lo cual, se
proyecta separación en vez de unidad. 4Sólo te puedes condenar a ti
mismo, y hacer eso te impide reconocer que eres el Hijo de Dios. 5Has
negado la condición de su existencia, que es su perfecta irreprochabilidad. 6El
Hijo de Dios fue creado del amor, y mora en el amor. 7La bondad y la
misericordia le han acompañado siempre, pues él jamás ha dejado de extender el
Amor de su Padre.
7. A medida que percibas a los santos
compañeros que viajan a tu lado, te darás cuenta de que no hay tal viaje, sino
tan sólo un despertar. 2El Hijo de Dios, que nunca ha estado
dormido, no ha dejado de tener fe en ti, al igual que tu Padre. 3No
hay ningún camino que recorrer ni tiempo en el que hacerlo. 4Pues
Dios no espera a Su Hijo en el tiempo ya que jamás ha estado dispuesto a estar
sin él. 5Y, por lo tanto, así ha sido siempre. 6Permite
que el fulgor de la santidad del Hijo de Dios disipe la nube de culpabilidad
que nubla tu mente, y al aceptar como tuya su pureza, aprende de él que es
tuya.
8. Eres invulnerable porque estás
libre de toda culpa. 2Sólo mediante la culpabilidad puedes
aferrarte al pasado. 3Pues la culpabilidad determina que serás
castigado por lo que has hecho, y, por lo tanto, depende del tiempo
unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende hasta el futuro. 4Nadie
que crea esto puede entender lo que significa "siempre", y de este
modo la culpabilidad le impide apreciar la eternidad. 5Eres inmortal
porque eres eterno, y "siempre" no puede sino ser ahora. 6La
culpabilidad, pues, es una forma de conservar el pasado y el futuro en tu
mente para asegurar de este modo la continuidad del ego. 7Pues si se
castiga el pasado, la continuidad del ego queda garantizada. 8La
garantía de tu continuidad, no obstante, emana de Dios, no del ego. 9Y
la inmortalidad es lo opuesto al tiempo, pues el tiempo pasa, mientras que la
inmortalidad es constante.
9. Aceptar la Expiación te enseña lo
que es la inmortalidad, pues al aceptar que estás libre de culpa te das cuenta
de que el pasado nunca existió, y, por lo tanto, de que el futuro es
innecesario y de que nunca tendrá lugar. 2En el tiempo, el futuro
siempre se asocia con expiar, y sólo la culpabilidad
podría producir la sensación de que expiar es necesario. 3Aceptar
como tuya la inocencia del Hijo de Dios es, por lo tanto, la forma en que Dios
te recuerda a Su Hijo, y lo que éste es en verdad. 4Pues Dios nunca
ha condenado a Su Hijo, que al ser inocente es también eterno.
10. No puedes desvanecer la
culpabilidad otorgándole primero realidad, y luego expiando por ella. 2Ése
es el plan que el ego propone en lugar de simplemente desvanecerla. 3El
ego cree en la expiación por medio del ataque, al estar completamente comprometido
con la noción demente de que el ataque es la salvación. 4Y tú, que
en tanta estima tienes a la culpabilidad, debes también creer eso, pues, ¿de
qué otra manera, salvo identificándote con el ego, podrías tener en tanta
estima lo que no deseas?
11. El ego te enseña a que te ataques a
ti mismo porque eres culpable, lo cual no puede sino aumentar tu culpabilidad,
pues la culpabilidad es el resultado del ataque. 2De acuerdo con
las enseñanzas del ego, por lo tanto, es imposible escaparse de la
culpabilidad. 3Pues el ataque le confiere realidad, y, si la culpabilidad
es real, no hay manera de superarla. 4El Espíritu Santo sencillamente
la desvanece mediante el sereno reconocimiento de que nunca ha existido. 5Al
contemplar la inocencia del Hijo de Dios, sabe que eso es la verdad: 6Y
al ser la verdad con respecto a ti, no puedes atacarte a ti mismo, pues sin culpabilidad el ataque es imposible. 7Tú
estás, por lo tanto, a salvo, ya que el Hijo de Dios es inocente. 8Y
al ser completamente puro, eres invulnerable.