Lección 78 y Texto UCDM

LECCIÓN 78
¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientosl

1. Tal vez aún no esté completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. 2Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. 3Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. 4Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos.

2. Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para contemplar el milagro en lugar de ellos. 2Invertiremos la manera como ves al no dejar que tu vista se detenga antes de que veas. 3No esperare­mos frente al escudo de odio, sino que lo dejaremos caer, y, sua­vemente, alzaremos los ojos en silencio para contemplar al Hijo de Dios.

3. Él te espera tras todos tus resentimientos, y a medida que dejas éstos de lado, él aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. 2Pues cada resentimiento constituye un obstáculo a la visión, mas según se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde él siempre ha estado. 3Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. 4Cada resentimiento hacía que las tinieblas fuesen aún más tenebrosas, lo cual te impedía ver.

4. Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. 2No nos haremos los ciegos para no verlo; no vamos a contemplar nuestros resenti­mientos. 3Así es como se invierte la manera de ver del mundo, al nosotros dirigir nuestra mirada hacia la verdad y apartarla del miedo. 4Seleccionaremos a alguien que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, lo contemplaremos. 5Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hizo enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de com­placer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que tú le has asignado.

5. Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. 2 En él es en quien pedimos que se te muestre el Hijo de Dios. 3Al contemplarlo sin los resentimientos que has abrigado en su con­tra, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías, se encuentra en todo el mundo y se puede ver. 4El que era un enemigo es más que un amigo cuando está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le ha asignado. 5Deja que él sea hoy tu salvador. 6Tal es su función en el plan de Dios, tu Padre.

6. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy lo veremos asumiendo ese papel. 2Pero primero intenta mantener su imagen en tu mente tal como lo ves ahora. 3Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes y pequeños que te ha ocasionado. 4Contempla las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus "pecados".

7. Pidámosle entonces a Aquél que conoce la realidad y la verdad de este Hijo de Dios, que se nos conceda poder contemplarlo de otra manera y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se nos ha concedido. 2En el santo Nombre de Dios y en el de Su Hijo, que es tan santo como Él, le pedimos:

3Quiero contemplar a mi salvador en éste a quien Tú has designado como aquel al que debo pedir que me guíe hasta la santa luz en la que él se encuentra, de modo que pueda unirme a él.

4 Los ojos del cuerpo están cerrados, y mientras piensas en aquel que te agravió, deja que a tu mente se le muestre la luz que brilla en él más allá de tus resentimientos.
5. Lo que has pedido no se te puede negar. 2Tu salvador ha estado esperando esto hace mucho tiempo. 3Él quiere ser libre y hacer que su libertad sea también la tuya. 4El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. 5Y lo que ves a través de Él os liberará a ambos. 6Mantente muy quedo ahora, y contempla a tu radiante salvador. 7Ningún som­brío resentimiento nubla la visión que tienes de él. 8Le has permi­tido al Espíritu Santo expresar a través de ese hermano el papel que Dios le asignó a Él para que tú te pudieses salvar.

9. Dios te da las gracias por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes para ver en su lugar el milagro de amor que el Espíritu Santo te muestra. 2Tanto el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues ni uno solo de los Pensamientos de Dios puede sino regocijarse por tu salvación y por la del mundo entero junto contigo.

10. Recordaremos esto a lo largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte del plan de Dios para la salva­ción, y no del nuestro. 2La tentación desaparece cuando permiti­mos que todo aquel que se cruza en nuestro camino sea nuestro salvador, rehusándonos a ocultar su luz tras la pantalla de nues­tros resentimientos. 3Permite que todo aquel con quien te encuen­tres, o en quien pienses o recuerdes del pasado, asuma el papel de salvador, de manera que lo puedas compartir con él. 4Por ti y por él, así como por todos los que no ven, rogamos:


5iQue los milagros reemplacen todos mis resentimientos!



Texto

Capítulo 12
El PROGRAMA DE ESTUDIOS DEL ESPÍRITU SANTO

El juicio del Espíritu Santo
1. Se te ha dicho que no le otorgues realidad al error, y la manera de hacer esto es muy simple. 2Si deseas creer en el error, tienes que otorgarle realidad porque el error en sí no es real. 3Mas la verdad es real por derecho propio, y para creer en ella no tienes que hacer nada. 4Comprende que no reaccionas a nada directa­mente, sino a tu propia interpretación de ello. 5Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones. 6Por  eso es por lo que analizar los motivos de otros es peligroso. 7Si decides que alguien está realmente tratando de atacarte, abando­narte o esclavizarte, reaccionarás como si realmente lo hubiese hecho, al haberle otorgado realidad a su error. 8Interpretar el error es conferirle poder, y una vez que haces eso pasas por alto la verdad.

2. Analizar los motivos del ego es algo muy complicado, muy confuso y nunca se hace sin la participación de tu propio ego. 2Todo el proceso no es sino un intento inequívoco de demostrar que tienes la capacidad de comprender lo que percibes. 3Esto lo prueba el hecho de que reaccionas ante tus interpretaciones como si fuesen correctas. 4Puedes entonces controlar tus reacciones en lo que respecta a tu comportamiento, pero no en lo que respecta a tus emociones. 5Esto obviamente divide o ataca la integridad de tu mente, poniendo a uno de sus niveles contra otro.

3. Sólo hay una forma sensata de interpretar motivos. 2Y por tra­tarse del juicio del Espíritu Santo, no requiere esfuerzo alguno por tu parte. 3Todo pensamiento amoroso es verdadero. 4Todo lo demás es una petición de ayuda y de curación, sea cual sea la forma que adopte. 5¿Cómo puede estar justificado reaccionar con ira ante la súplica de un hermano? 6Ninguna reacción podría ser apropiada, excepto estar dispuesto a ayudarle, pues eso, y sólo eso, es lo que está pidiendo. 7Ofrécele cualquier otra cosa, y te estarás arrogando el derecho de atacar su realidad al interpre­tarla como mejor te parezca. 8Tal vez no esté completamente claro para ti el peligro que esto supone para tu propia mente. 9Si crees que una petición de ayuda es otra cosa, reaccionarás ante esa otra cosa. 10Tu reacción, por lo tanto, será inadecuada a la realidad tal como ésta es, pero no a la percepción que tú tienes de ella.

4. No hay nada que te impida reconocer todas las peticiones de ayuda exactamente como lo que son, excepto tu necesidad imaginaria de atacar. 2Esta necesidad es lo único que hace que estés dispuesto a entablar interminables "batallas" contra la realidad, en las que niegas que la necesidad de curación sea real hacién­dola irreal. 3No harías eso si no fuese por el hecho de que no estás dispuesto a aceptar la realidad tal como es, y, por consiguiente, te privas de ella.

5. Decirte que no juzgues lo que no entiendes es ciertamente un buen consejo. 2Nadie que sea parte interesada puede ser un tes­tigo imparcial porque la verdad se habrá convertido para él en lo que él quiere que sea. 3Si no estás dispuesto a percibir una petición de ayuda como lo que es, es porque no estás dispuesto a prestar ayuda ni a recibirla. 4Dejar de reconocer una petición de ayuda es negarse a recibir ayuda. 5¿Mantendrías que no la necesi­tas? 6Sin embargo, eso es lo que mantienes cuando te niegas a reconocer la súplica de un hermano, pues sólo respondiendo a su súplica puedes ser tú ayudado. 7Niégate a ayudarle, y no podrás reconocer la Respuesta que Dios te dio a ti. 8El Espíritu Santo no necesita tu ayuda para interpretar motivos pero es indudable que tú necesitas la Suya.

6. La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. 2Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las perci­bes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia: 3Toda sensación de esfuerzo procede de tus intentos de no hacer simplemente eso. 4¡Cuán simple es, entonces, el plan de Dios para la salvación! 5No hay sino una sola manera de reaccionar ante la realidad porque la realidad no suscita conflicto alguno. 6No hay sino un solo Maestro de la realidad, el Cual entiende lo que ésta es. 7Este Maestro no cambia de parecer con respecto a la realidad porque la realidad no cambia. 8Si bien tus interpretaciones de la realidad no tienen sentido en tu estado dividido, las Suyas son por siempre fieles a la verdad. 9Él te las da porque son para ti. 10No intentes "ayudar" a un hermano a tu manera, pues no pue­des ayudarte a ti mismo. 11Mas oye sus ruegos que claman por la Ayuda de Dios, y reconocerás de este modo la necesidad que tú mismo tienes del Padre.

7. Las interpretaciones que haces de las necesidades de tu hermano son las interpretaciones que haces de las tuyas propias. 2Al prestar ayuda la estás pidiendo, y si percibes tan sólo una necesi­dad en ti serás sanado. 3Pues reconocerás la Respuesta de Dios tal como deseas que ésta sea, y si de verdad la deseas, ciertamente será tuya. 4Cada súplica a la que respondes en el Nombre de Cristo acerca más a tu conciencia el recuerdo del Padre. 5En inte­rés de tu propia necesidad, pues, oye toda petición de ayuda como lo que es, para que Dios pueda responderte a ti.

8. Al aplicar cada vez más la interpretación del Espíritu Santo a las reacciones de otros, irás cobrando mayor conciencia de que Su criterio es igualmente aplicable a las tuyas. 2Pues reconocer el miedo no es suficiente para poder escaparse de él, aunque sí es necesario para demostrar la necesidad de escapar. 3El Espíritu Santo tiene aún que transformar el miedo en verdad. 4Si se te dejase con el miedo, una vez que lo hubieses reconocido, habrías dado un paso que te alejaría de la realidad en vez de acercarte a ella. 5No obstante, hemos señalado repetidamente la necesidad de reconocer el miedo y de confrontarlo cara a cara como un paso crucial en el proceso .de desvanecer al ego. 6Considera entonces lo mucho que te va a servir la interpretación que hace el Espíritu Santo de los motivos de los demás. 7Al haberte enseñado a aceptar únicamente los pensamientos de amor de otros y a con­siderar todo lo demás como una petición de ayuda, te ha ense­ñado que el miedo en sí es una petición de ayuda. 8Esto es lo que realmente quiere decir reconocer el miedo. 9Si tú no lo proteges, el Espíritu Santo lo re-interpretará. 10En esto radica el valor prin­cipal de Aprender a percibir el ataque como una petición de amor. 11Ya hemos aprendido que el miedo y el ataque están inevitable­mente interrelacionados. 12Si el ataque es lo único que da miedo, y consideras al ataque como la petición de ayuda que real­mente es, te darás cuenta de la irrealidad del miedo. 13Pues el miedo, es una súplica de amor, en la que se reconoce inconsciente­mente lo que ha sido negado.

9. El miedo es un síntoma de tu profunda sensación de pérdida. 2Si al percibirlo en  otros aprendes a subsanar esa sensación de pérdida, se elimina la causa básica del miedo. 3De esa manera, te enseñas a ti mismo que no hay miedo en ti. 4Los medios para erradicarlo se encuentran en ti, y has demostrado esto al dárselos a otros. 5El miedo y el amor son las únicas emociones que eres capaz de experimentar. 6Una es falsa, pues procede de la nega­ción, y la negación depende, para poder existir, de que se crea en lo que se ha negado. 7Al interpretar correctamente el miedo como una afirmación categórica de la creencia subyacente que enmas­cara, estás socavando la utilidad que le has atribuido al hacer que sea inútil. 8Las defensas que son inservibles se abandonan auto­máticamente. 9Si haces que lo que el miedo oculta pase a ocupar una posición inequívocamente preeminente, el miedo deja de ser relevante. 10Habrás negado que puede ocultar al amor, lo cual era su único propósito. 11El velo que habías puesto sobre la faz del amor habrá desaparecido.

10. Si deseas contemplar el amor, que es la realidad del mundo, ¿qué mejor cosa podrías hacer que reconocer en toda defensa con­tra él la súplica de amor subyacente? 2¿Y de qué mejor manera podrías darte cuenta de su realidad que respondiendo a esa súplica dando amor? 3La interpretación que el Espíritu Santo hace del miedo ciertamente lo desvanece, pues la conciencia de la ver­dad no se puede negar. 4De esta manera el Espíritu Santo reem­plaza al miedo por el amor y transforma el error en verdad. 5Y de esta manera aprenderás de Él cómo reemplazar tu sueño de sepa­ración por el hecho innegable de la unidad. 6Pues la separación no es otra cosa que la negación de la unión, y si se interpreta correc­tamente, da testimonio de tu eterno conocimiento de que la unión es verdad.

Video de Mich Gaymard


Entradas populares de este blog

Los septenios en la vida del ser humano (Biografía Humana según la Antroposofía)- Primera Parte

Biodescodificación- Aparato genital masculino

¿Qué es el Coaching Somático?